A través de los principales representantes del Episcopado, la Iglesia argentina se refirió al embate contra el juez de la Corte Carlos Fayt y salió al cruce de las insólitas apreciaciones presidenciales sobre la pobreza en el país. Una certera respuesta al arbitrario ataque a la Justicia y a la mentira sistematizada a través de las cifras oficiales.
A través de una carta dirigida al juez Fayt, que hizo pública, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, dejó de lado su característico bajo perfil y expresó que el ataque del Gobierno al veterano magistrado "vulnera no sólo el orden constitucional sino las normas éticas fundamentales de la convivencia pacífica".
Calificó al doctor Fayt como "venerable y sabio letrado" y le expresó su "solidaridad y gratitud a su persona y al servicio que usted entrega generosamente a nuestra nación".
En una carta sin desperdicios, monseñor Poli se quejó de todo lo que constituya un "atropello y postergación de los ancianos por el solo hecho de serlo". La actitud del cardenal porteño llevó al juez aludido a responder la conceptuosa carta. "Tan emocionante mensaje y muestra de bondad me estimulan para continuar con más fuerzas", le señaló Fayt al arzobispo Poli.
El doctor Fayt, un jurista de enorme prestigio nacional e internacional, en funciones desde la restauración democrática de 1983, viene siendo objeto de un alevoso ataque del kirchnerismo, que quiere desplazarlo con el pretexto de una insanía mental y física que no tiene, salvo limitaciones lógicas a sus 97 años, por el hecho de haber mantenido firme su independencia jurídica e intelectual y porque logrando su retirada, la Corte quedaría limitada a tres miembros y así el Gobierno intentaría recomponerla promoviendo jueces que conviertan al máximo tribunal en otro organismo dependiente del Ejecutivo. La Justicia sometida políticamente es una de las grandes y perjudiciales ambiciones de este gobierno.
Otra contundente respuesta de la Iglesia a los agravios que hace el kirchnerismo a los argentinos la brindó el titular del Episcopado, monseñor José María Arancedo, quien a su vez es arzobispo de Santa Fe.
Esta reacción, en este caso a través de los medios de comunicación, fue por la sorpresiva participación de Cristina Fernández de Kirchner en la cumbre de la FAO, en Roma, donde dijo que la población vulnerable en el país, es decir, sumergida en la pobreza, es sólo el 5 por ciento.
A ello se sumó la habitual obsecuencia del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, al atreverse a afirmar que Alemania tiene más pobres, en proporción, que nuestro país.
La réplica del presidente del Episcopado se encargó no sólo de retrucar la mentirosa apreciación de la Presidenta, sino que remarcó la última medición sobre el tema que hizo el Observatorio para la Deuda Social de la Universidad Católica de Argentina, que ubicó a la pobreza argentina por encima del 25%.
En una entrevista periodística, Arancedo cuestionó implícitamente los datos oficiales del Indec, sobre los que se basó Cristina Kirchner en la FAO, indicando que la elaboración de estadísticas "tiene que ser una tarea de mucho respeto porque sirven para planificar un país".
Con su defensa a la persona del juez Fayt y la aclaración contundente sobre las cifras de pobreza que dio la Presidenta en Europa, la Iglesia argentina hizo otra muy fuerte advertencia sobre la realidad institucional y social de la Argentina. Se trató de dos grandes desplantes a la soberbia y el autoritarismo que sigue caracterizando al gobierno de Cristina Kirchner.
