Una larga lista de acciones cotidianas al parecer inocuas contribuyen a la emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.
Es fácil concebir que desplazarse en automóvil o encender una luz tengan una "huella de carbono", pero mucho menos obvio es el daño causado por un mensaje de texto o consumir una botella de agua. A continuación el impacto ambiental de algunas actividades cotidianas.
Huella digital: se estima que enviar un correo electrónico, por breve que sea, suma cuatro gramos de equivalente de CO2 (gCO2e) a la atmósfera.
Para ponerlo en perspectiva, la emisión de carbono del acto de enviar 65 correos electrónicos equivale a trasladarse un kilómetro en automóvil.
Los culpables son los gases de efecto invernadero producidos por la utilización de la computadora y los servidores pero también los emitidos al fabricar esos equipos.
Las cosas se complican al enviar un correo electrónico con un archivo pesado, lo cual suma 50 gCO2e a la atmósfera. Cinco de esos mensajes equivalen a quemar 120 gramos de carbón. Recibir un mensaje de spam, aunque uno ni siquiera lo abra, tiene un impacto ambiental de 0,3 gCO2e.
La huella anual de carbono del spam es equivalente a los gases con efecto invernadero emitidos por 3,1 millones de automovilistas que consuman 7.600 millones de litros de gasolina en un año.
A tener en cuenta la próxima vez que se haga una búsqueda inútil en Google: buscar un dato en una computadora portátil eficiente en energía deja una huella de carbono de 0,2 gCO2e. En una desktop, es de 4,5 gCO2e. ¿Y un mensaje de texto? "Cuesta" unos 0,014 gCO2e.
¿Papel o plástico?: cada bolsa de plástico de las tiendas tiene una huella de carbono de 10 gCO2e, pero el impacto de las de papel es mucho peor, de 40 gCO2e cada uno. El agua embotellada comprada en el supermercado produce emisiones 1.150 veces superiores a la misma cantidad de agua tomada de la canilla. Una botella de 500-mililitros produce 160 gCO2e, contra los 0,14 gCO2e del agua corriente.
Un café con leche tiene una huella de carbono de 235 gCO2e, en parte a causa de las emisiones resultantes de la vaca que produce la leche. Una taza de café o té para la que sólo se calentó el agua necesaria produce sólo 21 gCO2e.
La huella del ocio: cuanto más grande es la pantalla de televisión, mayor es la huella de carbono.
Mirar dos horas de televisión en una pantalla de plasma de 24 pulgadas cuesta 440 gCO2e, equivalente a recorrer 1,6 kilómetros en auto. La huella de carbono es de 68 gCO2e y 176 gCO2e respectivamente por dos horas mirando una pantalla LCD de 15 o 32 pulgadas.
Recorrer una milla en bicicleta tras la ingesta de bananas emite 65 gCO2e, contra 260 gCO2e por una milla alimentados por hamburguesas.