De mal en peor. Las malas llegan todas juntas y no tienen fin. Así es la realidad de los jugadores de Independiente.
En medio de la crisis económica (se suman los meses de deuda) e institucional y, cuando el azul se está jugando la permanencia en la categoría, los futbolistas no paran de recibir dolores de cabeza.
Esta vez resultó un susto enorme y tuvo involucrado a Juan Pablo Pereyra, quien fue asaltado en la puerta de su casa (calle Maipú de Godoy Cruz) cuando estaba por partir al entrenamiento en el estadio del Parque.
El delantero se encontró con unos malvivientes que a punta de pistolas le sustrajeron toda sus pertenencias y el automóvil ( al parecer fue encontrado horas más tarde, pero no se pudo confirmar). El Flaco estaba acompañado por un compañero de equipo: Rafael Blasco.
Por suerte sólo se trató de un mal momento y ambos profesionales no fueron agredidos por los asaltantes.
Luego del lamentable hecho, ambos hombres de la Lepra se trasladaron a la comisaría pertinente para radicar la denuncia correspondiente. Y de ahí al estadio Bautista Gargantini con el objetivo de explicar lo ocurrido al entrenador Martín Astudillo y los directivos.
Una vez que salió del camarín, el goleador explicó lo que le tocó vivir . “Fue todo muy rápido, seguramente los ladrones sabían de los movimientos que hacemos. Como siempre salimos para ir al entrenamiento y nos encontramos con esto. Más allá del mal momento que pasamos, hay que rescatar que no sufrimos agresiones y estamos bien. Después, lo del auto, se verá porque es algo material”.
Frente a este panorama, el atacante no pudo ser de la partida en la sesión formal de fútbol y fue reemplazado por Emanuel Reinoso, de cara al choque del domingo a las 15.30 frente a Brown de Madryn.
Habrá que ver si finalmente el adiestrador le da descanso y lo ubica en el banco de suplentes, más allá de que hoy entrenará sin inconveniente.
No hay dudas que el Flaco es una pieza clave y el equipo se juega una final para evitar el descenso.
