Creo que la comunidad de Tunuyán -y la de Mendoza- tienen más para ganar si se preserva y se pone en valor el sendero del Portillo Argentino-Paso Piuquenes que si se intenta crear un camino para vehículos.
Para empezar, hace unos 300 años que los gobiernos de la Argentina y de Chile vienen tratando de resolver el problema del tránsito terrestre a través de la cordillera y todavía no se logra mantener abierto el paso Cristo Redentor durante todo el invierno. En el caso del paso tunuyanino, habría que franquear dos portezuelos a más de 4.000 metros y el caudaloso río Tunuyán.
Pero mucho más importante que el desafío geográfico y logístico, del cual opinarán los expertos, es que la historia ya dio la vuelta. Hace 50 años la creación de un camino a Chile usando la tradicional senda del Valle de Uco implicaba un gran desarrollo para los habitantes del lugar.
Así lo entendieron los vecinos y funcionarios que con mucho empeño llevaron el camino hasta cerca del Portillo Argentino (4.380 m), y los militares que construyeron el refugio Real de la Cruz, en los '40 (tienen que haber usado cientos y cientos de mulas para levantar esa estructura a prueba de bombas, que hoy se mantiene intacta).
Pero en 2014, el gran patrimonio natural y cultural que revela esta vieja senda de gauchos es una riqueza mucho mayor que una huella para motos y 4x4 o una autopista para autos o camiones. Esto, si la idea de desarrollo implica tener en cuenta la identidad de una comunidad, sus hitos históricos, las cosas que le va a dejar a sus generaciones futuras.
En otras palabras, mi idea de riqueza es la emoción de treparse a un paso alto de la cordillera tras caminar o montar por horas, con el sol y el viento en la cara, para asomarse de golpe a un mundo de quebradas, glaciares y cielos que hay que ver para entender (porque contarlo es poco); es sentir que por ese mismo sendero humilde que baja al valle San Martín regresó de la Campaña Libertadora, y que por siglos lo trajinaron los arrieros cuyanos, con sus penas y sus vaquitas; es saber que los arroyos con sus patos del torrente y los cerros con sus guanacos van a seguir allí cuando nosotros ya no estemos; es ver cómo la naturaleza intacta de nuestras montañas cautiva a visitantes de ciudades que ya tienen demasiadas autopistas.
Una manera de proteger y a la vez desarrollar esta riqueza para que beneficie a quienes la tienen en custodia -los tunuyaninos, los valletanos, los mendocinos- es crear un sendero patrimonial, como los que existen en Chile, Perú, Canadá o España (el famoso Camino de Santiago). Con un marco de uso acorde a las dos Áreas Naturales Protegidas que atraviesa y una mínima inversión en infraestructura, el corredor Portillo Argentino-Paso de los Piuquenes puede ser la senda entre el pasado y el futuro.