Para llenar miles y miles de renglones con las emociones más variadas; para soñar que no hay límites; para seguir llorando hasta cuando no quedan lágrimas. El Lobo jugó anoche su primera final en busca de llegar por primera vez a la B Nacional y rindió con diez la prueba de carácter. Se repuso al paso en falso inicial, dio vuelta la historia y va a Córdoba con un 2-1 que hace creer al pueblo mensana. La hazaña está ahí, a 90 minutos. ¡Que poco falta Lobo!
Gimnasia jugó la primera mitad desconcertado y sin saber cómo resolver el planteo del rival. Sin la posesión del balón, con Pereyra siempre de espaldas al arco rival, con Oga impreciso y con escasa profundidad, en pocos minutos los nervios se devoraron al local. Talleres (C), sin arriesgar, y con la premisa de discutir la posesión del balón en todo momento, no pasó sobresaltos y golpeó en el momento justo.
La idea del Toti Arias de romper por derecha con la verticalidad de Espinosa no tuvo efecto. Más allá del movimiento, repetitivo y previsible, lo que más atentó contra la idea fueron los centros imprecisos del alvearense.
Y mientras el Lobo se debatía en las formas, el conjunto cordobés encontró su chance sobre los 37’ tras una falta dentro del área que Albornoz le cometió a Beraldi. Mozzo, un ex Independiente Rivadavia, pidió rematar y perdió el duelo ante las manos de San Alasia. La alegría local pareció quedar sepultada con el gol de Ramis, dos minutos después, pero la igualdad, conseguida sobre el inicio del complemento mediante un toque sutil de Farías, levantó el clima de final que se había vivido en la previa. Porque Gimnasia creció en rendimiento y provocó en varias ocasiones las intervenciones de Costa.
Amaya le dio libertades a Oga con su ingreso y el juego fue más claro. Aparecieron los movimientos que pedía el Toti. Espinosa encontró la la precisión que no tuvo en la primera parte y fue vital. La movilidad fue el bien común que expuso como argumento y el toque surgió, inevitable. Fue el mejor momento del juego para los mendocinos, que mostraron todo lo bueno que se hizo ante la CAI, como local. Hubo generosidad para ayudar, inteligente para jugar y decisión para presionar en campo rival.
El gol, conseguido a dos minutos del cierre, puede ser definitivo. Aún queda por jugar, pero la sensación es que el Mensana conoce de memoria su historia. Y no parece dispuesto a mancharla.