Su historia parece sacada de un rebuscado guion hollywoodense. El mexicano Manuel Germán Ramírez Valdovinos (41) lleva 19 años preso tras ser condenado por homicidio. Sin embargo, la "víctima fatal" vive en Estados Unidos.
El padre del "ultimado" cobró un seguro de vida de 1 millón de dólares. Con ese dinero compró una inmensa casa, donde, de vez en cuando, recibe la visita de su hijo "asesinado.
Era el año 2000. Manuel Germán Ramírez Valdovinos tenía 22 años, con lo que ganaba como maestro de música (además los domingos tocaba en el coro de una iglesia) apenas le alcanzaba para mantener a su esposa y a su pequeña hijo de un mes de vida.
Hasta aquí, su vida no distaba a la de cualquier docente mexicano del poblado de Tepexpan, al oriente del Estado de México, cerca de la zona de las pirámides de Teotihuacán, la zona arqueológica más importante de México. Sin embargo, el 26 de mayo todo cambió drásticamente.
Esa noche, mientras la familia Ramírez celebraba el primer mes de vida del hijo de Manuel y Esther, un comando de ocho policías irrumpió la celebración. El maestro fue brutalmente golpeado, esposado y subido al asiento trasero de un auto sin patente y con vidrios polarizados. Nadie vio una orden de detención.
Encapuchado, aturdido y asustado, el docente fue ingresado en una comisaria donde finalmente le comunicaron el motivo de su aprehensión: "Usted está acusado de homicidio", le dijo la agente Araceli Godínez Sánchez, reconstruye Clarín a través de medios mexicanos.
"Usted mató a Manuel Martínez Elizalde", le dijeron. El nombre le sonó familiar. A los segundos, descubrició que la supuesta víctima que le adjudicaban era un hombre que él ayudaba económicamente porque esa familia "no tenía ni para comer".
Manuel recuerda que al ingresar al centro de justicia vio al padre del presunto asesinado reclamarle a los agentes: "A este no, que es hijo de mi compadre y se me va a armar". El comandante le respondió: "Usted nos encargó a tres pendejos y aquí están. Ahora se sostiene porque ya todo está armado con el Ministerio Público". Luego, asegura el detenido, escuchó un arreglo entre el padre del "muerto" y los agentes por 150 mil dólares.
Pese a todas las irregularidades procesales, el titular del Juzgado Tercero de lo Penal, en Toluca, sentenció a Ramírez Valdovinos a 43 años de prisión por homicidio.
Lo más llamativo e inexplicable fueron las evidentes diferencias entre la supuesta víctima y el cuerpo prestado ante la Justicia. Martínez Elizalde ("el asesinado") tiene cicatrices, el cadáver no. Además el tono de piel no era el mismo y el fallecido media tres centímetros menos que Martínez.
Familiares del condenado investigaron por sus propios medios y descubrieron que el "asesinado" regresaba a Tepexpan durante los festejos patronales. Se alojaba en la nueva casa que había comprado su padre con el seguro por su "muerte", se quedaba algunos días y luego volvió a Estados Unidos, donde vive actualmente bajo otra identidad y con otro aspecto físico (se cree que producto de cirugías plásticas).
Ramírez Valdovinos envió innumerables cartas a jueces y políticos para que revisaran su caso. Nadie le respondió.
"Se comprobó que la persona que supuestamente mató mi esposo sigue con vida. Lo acusan de algo que no tiene sentido. Pido justicia y la libertad de mi esposo, que lleva preso 19 años por un delito que jamás se cometió, un delito fabricado. Es una falacia que en México exista Estado de Derecho", suplicó la mujer del condenado.
Su demanda de justicia llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que dio entrada al caso, lo indagó y resolvió recientemente protegerlo mediante el Protocolo de Estambul, el cual tiene el mejor manual de investigación y documentación sobre Torturas, Castigos y Tratamientos Crueles, Inhumanos o Degradantes que existe en el mundo, agrega ese medio.
De acuerdo con el Protocolo de Estambul, Manuel debería ser liberado una vez que se gire la recomendación respectiva al gobierno de México, pero además de la liberación, tendrá que haber sanciones para los involucrados en un proceso penal plagado de irregularidades, los autores de los actos de tortura a los que fue sometido desde su detención e ingreso a la penitenciaría para obligarlo a que se declarara culpable, lo cual nunca hizo.