Aprendió a pegarle a la bolsa en un modesto gimnasio en Bowen, en el que en ocasiones terminaban los entrenamientos alumbrados con lumbres a querosén.
“Muchas veces nos quedamos sin electricidad y nos alumbrábamos con mecheros”. Ahí se fortaleció y creció la pasión de quien sería con el correr de los años la máxima figura del deporte de General Alvear y todo un referente increíble de la época dorada del boxeo mendocino de los años sesenta y principio de los setenta: Juan “Mendoza” Aguilar, quien falleció el pasado viernes a los 71 años.
Fue una de las grandes glorias de nuestro pugilismo y su nombre brilló junto al Manopla Sosa, Aconcagua Ahumada, Pedro Agüero, Carlos Aro, Miguel García, y por supuesto el inolvidable Intocable, Nicolino Locche, entre otros.
De su infancia prefería hablar poco y nada. Había crecido en Alvear, pero nació en Bowen: “Me fui cuando tenía 8 años y ahí empecé a jugar al fútbol, corría en bicicleta y también practicaba boxeo. A los 15 más o menos me incliné por box”, relataba hace un tiempo Juan.
Pertenecía a la escudería de Don Paco Bermúdez, a la que arribó de la mano de don Rubén Lilloy, que lo descubrió una noche en el sur mendocino y se lo propuso a Don Paco quien lo sumó al mítico Mocoroa. Claro que se había iniciado con Ignacio “Chichón” Domínguez; luego continuaría con Úrsulo Saldaño, otro boxístico referente alvearense.
Todo deporte tiene sus clásicos y así como el fútbol local lo tiene a Gimnasia e Independiente o a nivel nacional River vs Boca, el boxeo con Juan "Mendoza" Aguilar tenía el suyo, primero con Aconcagua Ahumada, en el ámbito local, y luego con Carlos Monzón y el Tigre Víctor Emilio Galíndez; con este último tuvo veladas inolvidables en el Pascual Pérez y el Luna Park.
Aguilar, el famoso “campeón del pueblo”, se ganó el corazón del público local la noche del 5 de abril de 1968, cuando en el estadio Pascual Pérez empató en una batalla con el temible Carlos Monzón. Una pelea memorable que lo posicionó como ídolo local. Esa noche la Federación se estremeció bajo el vibrante “Men-do-za, Men-do-za...” y así lo bautizó la gente.
Con el santafesino y ex campeón mundial combatiría en tres ocasiones, empató una perdió la dos restantes. La revancha fue el 20 de junio del mismo año en el estadio de Corrientes y Bouchard en Buenos Aires, y la tercera el 7 de marzo de 1970 en Rosario; perdió por abandono.
Aguilar llevaba muy bien esa pelea y Don Paco le gritaba a su pupilo: “No le dejes distancia para el golpe a Monzón”. “En el noveno round cruzamos golpes y me metió una derecha en el pecho que me quemó todo. Era terrible cómo pegaba Monzón. Don Paco se dio cuenta y tiró la toalla”, contaba hace años recordando aquel combate.
Antes de pasar al plano de los rentados, el sureño tuvo una gran campaña como aficionado. Fue campeón argentino mediopesado en 1963 cuando integró la selección de Mendoza sugerido por don Pedro Wohlfart (casero en esos días de la Federación); título que lo llevó a integrar la Selección nacional junto a su gran amigo Carlos Aro, junto a quien participó de los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964 con Don Paco Bermúdez como entrenador. En aquellos Juegos también compitió el Cóndor de América, Ernesto Contreras, en ciclismo.
Era un mediano natural que evolucionó de la mano de Bermúdez. Su debut profesional fue con una victoria por puntos frente a Juan Carlos Castellanos, el 13 de agosto de 1965. Continuó por la senda del triunfo ante Perea, Bustos, Natividad, Valenzuela y Rocha.
Pero su clásico fue frente a Víctor Emilio Galíndez; se enfrentaron en 9 ocasiones. Peleas de las que ganó 2, empató 2, perdió 4 y una quedó sin decisión.
En 1970 combatieron cuatro veces; la primera fue el 8 de marzo en el Luna Park. Galíndez venía invicto e intocable, pero Aguilar se le plantó y le ganó por puntos. La revancha era una obviedad y el 24 de junio se volvieron a ver las caras en el mismo escenario. Fue empate para bronca del Negro Galíndez que se quedó con la sangre en el ojo.
Era el duelo del momento, por eso el 14 de agosto volverían a encontrarse; esta vez el local sería Aguilar.
Se habló de la pelea en todos los medios; todos la querían transmitir, todos querían estar. El estadio Pascual Pérez de la Federación Mendocina lució esa noche a pleno.
Don Paco y el alvearense había programado una estrategia para que no pasase lo mismo que en el Luna, donde el histórico entrenador no se quedó conforme con el resultado.
Había que tener un plan de pelea. Bermúdez conocía muy bien a Galíndez y pretendía que Aguilar caminara el ring "porque el Negro se te va a venir encima desde el vamos", le decía en las prácticas el DT. Sí, Víctor Emilio era un tanque arrollador.
Había que caminar hacia la izquierda del Tigre para que no tuviese alcance. Todos los ojos estaban expectantes en el estadio de la calle Mitre, donde no cabía un alma.
Campanazo inicial y el Negro se le vino como todo a Juan Mendoza. Lo metió contra las cuerdas y cuando el alvearense fue hacia el frente se dieron un cocazo; sólo iban dos minutos y monedas de pelea.
Se chocaron las cabezas los mediopesado y uno quedó con la ceja partida. El árbitro detuvo el combate, llamó al médico de turno, el doctor Berra, y fin de la historia. Pelea sin decisión. Volvieron a enfrentarse el 18 de setiembre en el estadio de la Federación Mendocina y otra vez ganó Aguilar por puntos.
Galíndez tuvo que esperar un año para ganarle por primera vez a Aguilar; fue el 20 de noviembre en el Luna Park.
"El árbitro detuvo el combate porque así no podíamos seguir. Puedo decir con orgullo que le quité el invicto y que fui el único que lo tiró por 8 segundos la primera vez que nos enfrentamos.
Siempre resultó un adversario temible el Negro Galíndez, durísimo, al igual que Monzón, uno de los más difíciles de todos los que enfrenté. En la 6ta pelea que hicimos me arrebató el título de campeón argentino que yo le había ganado a Peralta, otro rival de primera línea", recordó en una charla con Más Deportes.
En el plano local su rival fue Jorge "Aconcagua" Ahumada, a quien enfrentó tres veces.Todas fueron derrotas. Profesionalmente sumó 59 combates. Ganó 29, de los cuales 5 fueron por la vía rápida; perdió 18 y empató 11.
Pero uno de sus momentos gloriosos lo vivió junto a su amigo Nicolino, a quien sirvió de sparring y luego lo acompañaría a Tokio, Japón, donde el Intocable se coronó campeón mundial el 12 de diciembre de 1968 al superar Paul Fuji.
Los últimos tiempos los vivió junto a su hermana menor Raquel, quien lo trajo desde Alvear a vivir con ella a Godoy Cruz.
Fue un grande de la época y el 11 de junio de 1971 se consagró campeón argentino mediopesado al derrotar a Avenamar Peralta (en la Federación) en fallo dividido. Con Peralta chocó en 4 ocasiones, le ganó 1.
Se fue el hombre de la manos grandes. Un boxeador de mucha calidad boxística, pero sin pegada en una categoría durísima. El adiós al “campeón de pueblo”, Juan “Mendoza” Aguilar.