Aunque el sobrenombre del “Messi iraní” le queda grande, Sardar Azmoun es el emblema del Rostov ruso. La comparación con La Pulga es osada, pero pone de relieve las esperanzas que suscita en su país el chico de 21 años, que juega en Rusia.
En un país que vive el fútbol con mucha pasión, en el que los derbis entre los grandes de Teherán (Persepolis y Esteghlal) reúnen a 100.000 hinchas en el estadio Azadi, la rápida eclosión de Sardar infló los ánimos de los aficionados, que fantasean con el porvenir de su joven ídolo.
Familia de deportistas. Con la camiseta de Irán, Azmoun enfrenta a selecciones asiáticas de nivel inferior rumbo al Mundial 2018, que se jugará en Rusia, terreno conocido para él.
Pero ahora tiene la chance de mostrar su calidad en el más alto nivel europeo. Si el Rostov se ganó el derecho de figurar entre los 32 mejores equipos de Europa, se lo debe a su joven goleador, autor de dos tantos ante Anderlecht y Ajax, en las rondas preliminares.
Aficionado a la equitación, Azmoun creció en un ambiente familiar propicio para la práctica deportiva. Su padre, Khalil, fue DT de voleibol, deporte que practicaron su madre y hermana.
Sus sueños de gloria pasan por competir en una liga más potente que la rusa. Aunque para ello debe brillar en un grupo completado por Bayern Munich, Atlético Madrid y PSV Eindhoven, además de llevar a Irán a un quinto Mundial.