Cuando uno entra en la casa de Don Antonio puede oler la historia y mirar de cerca los recuerdos, por más lejanos que parezcan. Se escucha al pasado vestido de nostalgia y se viaja en primera fila a bordo del maravilloso tren del tiempo.
Antonio Di Natale sabe como nadie de días, tardes y noches. Sabe de años, lustros, décadas y pronto sabrá lo que es cumplir un siglo en su querida Mendoza. Un siglo, nada menos. El próximo 12 de septiembre soplará 100 velitas rodeado de sus tres hijas, 11 nietos, cinco bisnietos y 32 sobrinos en el barrio Parque de Godoy Cruz.
Futbolero de alma, el bisabuelo nacido en 1918 en Luján de Cuyo esperó la visita de Los Andes con la camiseta albiceleste puesta y, después de un fraternal recibimiento, se dispuso a contarnos cómo fue vivir absolutamente todas las Copas del Mundo. Desde aquella primera de 1930 en Uruguay hasta Brasil 2014. Una charla a puro toque y gambeta.
"Seguí por radio los primeros Mundiales. Fue una sensación muy linda imaginar todo lo que pasaba en la cancha. Siempre disfruté mucho el fútbol. Después llegó la televisión y tuve la alegría de ver a Argentina campeón en 1978 y 1986. Los goles de Kempes, los de Maradona en México... hasta fuimos a festejar al centro con banderas y silbatos junto a mis sobrinos. Fue hermoso", sostuvo con voz tan ajada como calificada.
Aunque, como en la vida misma, no todo fue color de rosas en torno a la pelota y Antonio contó una remembranza lacerante: "Una de las peores cosas que viví en el fútbol fue el dóping positivo de Diego Maradona en el Mundial 1994 y la eliminación. Fue una pena, teníamos un equipazo".
Muy cerca está el Mundial de Rusia y nuestro entrevistado sabrá lo que es vivir la máxima cita deportiva por vigésimoprimera vez, después de atestiguar las cinco Copas de Brasil, las cuatro de Alemania e Italia, las dos de Argentina y Uruguay y las que en una sola oportunidad ganaron Inglaterra, Francia y España. Privilegio de pocos, admiración de millones.
"Tengo la ilusión de que Argentina haga un buen Mundial. Contamos con Messi, que es el mejor de todos. Al que veo medio flojo es a Di María, anda mal", confesó exhibiendo un notable sentido de la actualidad.
Después de evocar a innumerables exponentes de la talla de Pelé, Cruyff y la Holanda del '74, de la boca de Antonio Di Natale vuelven a nacer Di Stéfano, Labruna, Lousteau y a uno se le va poniendo la piel 'de gallina', aunque él mismo calza ese traje: "Soy muy hincha de River Plate y miro todos los partidos, siempre". Y agrega: "¿A quién sigo en Mendoza? Al Tomba".
Resulta fantástico remarcar que este superhumano autóctono -el quinto de 13 hermanos- no solo fue espectador de lujo de lo mejor del balompié, sino que también lo fue de todas las Fiestas de la Vendimia, los dos gobiernos de Hipólito Yrigoyen, las nefastas dictaduras, los regresos a la democracia, las guerras, el nacer y renacer del peronismo, las épocas doradas del tango, la inauguración del estadio Monumental de Núñez y cuanto evento histórico imaginemos. Un siglo, nada menos.
En la actualidad, viven en Mendoza alrededor de 290 personas que rondan los 100 años, lo que se traduce en un 0.014% de un total de 1.949.300 habitantes, aproximadamente, según proyecciones de población del Indec.
"Siempre hice ejercicio; jugué al fútbol desde los 14 años. Nunca fumé y llevé una vida sana", confió al ser consultado sobre la receta para llegar tan bien a los 99.
Otrora trabajador en bodegas, las manos rugosas de Antonio son, hasta el día de hoy, hacedoras incansables de vinos y licores, entre otras exquisiteces. "Este que les voy a regalar es cosecha 2017, tiene cepas malbec y merlot", dice con una sonrisa mientras nos obsequia una botella de tinto al cruzar la puerta de salida, como quien clava un golazo al ángulo.
Qué viva el fútbol, y Don Antonio. Por muchos años más.
