La herencia pétrea

Las Ruinas de Quilmes, el Museo de la Pachamama y otros sitios que recuerdan que el pasado es presente.

La herencia pétrea
La herencia pétrea

El territorio tucumano deja ver las huellas de su pasado indígena, de los días en que sus primeros habitantes aún reinaban en sus montañas y ríos, entre los verdes selváticos y las planicies de lo que más tarde se denominó el Jardín de la República. En pocos kilómetros se puede hacer un trayecto educativo y muy iluminador sobre el ayer de nuestro país transitando los Valles Calchaquíes.

1- Las Ruinas de Quilmes son un buen comienzo. Se accede por la Ruta 40 y un tímido cartel las anuncia. Metros adentro, por una huella, las mujeres de la comunidad brindan un folleto informativo a quienes ingresan y solicitan que se respeten los carteles y los sitios para pisar o circular.Se trata de los testimonios pétreos de lo que fuera uno de los mayores asentamientos prehispánicos del país, sobre la ladera del Cerro Alto el que en su tiempo albergó a miles de indígenas desde el 800 a.C hasta el siglo XVII.

Se puede caminar por las que fueran estancias cotidianas, como viviendas, ingresar por sus antiguas puertas apenas señaladas, algunas llamas andan por allí sin pedir permiso y son objeto de todas las fotos. Enormes cactus parecen custodiar la ciudadela con la caída del sol, y el corazón se arruga al saber que los habitantes lucharon sin límites contra los conquistadores hasta que finalmente los arrastraron hasta la zona de Buenos Aires que hoy lleva su nombre, para poder dominarlos. Es necesario pasar por el Museo Arqueológico -ubicado en la base- que da cuenta de innumerables objetos pertenecientes a esta cultura de los Valles Calchaquíes.

Museo de la Pachamama. En la bella Amaicha del Valle, a 164 Km. de la capital tucumana y a 2.000 metros sobre el nivel del mar, se jacta de tener 365 días de sol, donde la gran mayoría de sus 2.000 habitantes son indígenas. Aquí la suerte no fue la de los Quilmes. Al parecer estos resistieron pero lograron un documento extraordinario que les daba la titularidad de la tierra a cambio de detener la guerra. Aquí se encuentra el Museo de la Pachamama. Héctor Cruz, descendiente de los primeros habitantes, es quien lo ideó y lo construyó. Sabe de las artes de sus antepasados y se perfeccionó en pinturas y esculturas. Corría 1992 cuando se hizo fuerte para ubicar y reunir elementos de la cosmovisión indígena y así creo la hostería y el Complejo Pachamama. Allí geología (con los minerales que se encuentran en la región), etnología (información acerca de las culturas de la zona, maquetas y dibujos de las viviendas indígenas, vasijas y utensilios de la cultura Tafí -600 al 200 a.C.-, herramientas de trabajo, vestimentas e instrumentos de música) también la sala de tapices, pinturas y las esculturas en el patio, se dan cita para sorpresa del visitante. En el lugar, precisamente, el Sol, la luna y lógicamente la Pachamama, también la serpiente bicéfala, el guerrero de la luna y la mesa de los 12 caciques.

2- El Mollar, en Tafí del Valle, es un espacio muy especial pues alberga los famosos menhires: bloques cilíndricos de granito que miden hasta 3 metros de alto y que representan figuras zoomórficas y antropomórficas que en su tiempo estaban diseminados por todo el valle y que luego fueron reagrupadas aquí.Claro que lo que despierta interés es saber su significado. Hay quienes hablan de representaciones de dioses o semi dioses, de guardianes de los pueblos, los animales y hasta de los muertos. Otros dicen que pudieron utilizarse para realizar mediciones astronómicas, relojes de sol o como símbolo de alguna jerarquía social o religiosa.

3- Museo Jesuitico de la Banda construcción de inicios del Siglo XVIII declarada Monumento Histórico Nacional que da sitial a numerosos objetos rescatados del olvido en la reserva arqueológica La Bolsa, en otro asentamiento de la cultura Tafí. Además, pinturas de la escuela cusqueña, mobiliario de la época jesuita y conserva una bella capilla.

4- Parque Nacional Campo de los Alisos que se ubica a 4.400 m.s.n.m y que alberga a la Ciudacita, el último peldaño del imperio Inca. Allí se visualiza las pircas de Los Corrales y un recinto ceremonial, pero no puede ser visitado. En cambio el magnífico paisaje y la flora y fauna junto con los relatos de los guías, ayudan a imaginar la vida de las tribus de la zona.

5- Piedra Pintada, cerca de San Pedro de Colalao, muestra figuras talladas en cada uno de los laterales sumando 45 en total, dando una visión de la cultura Candelaria y de sus creencias. Se ven contornos de aves y otros animales tallados en las caras laterales de la piedra; aunque se desconoce su significado, se cree que está relacionado con cultos a la fertilidad y las cosechas. La roca, de enorme tamaño, se encuentra a sólo una hora y media de caminata del centro de San Pedro. Tiene 3 metros de largo, 2,30 ancho y 1,60 alto, enterrada unos 2 metros por debajo del nivel del terreno.

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