La herencia de Pinochet aún despierta simpatías e influye en la votación

El 12% de los chilenos dice que el ex dictador, fallecido en 2006, “fue uno de los mejores gobernantes del país”.

La herencia de Pinochet aún despierta simpatías e influye en la votación
La herencia de Pinochet aún despierta simpatías e influye en la votación

Siete elecciones después del fin de la dictadura de Augusto Pinochet, Chile no acaba de desprenderse de la herencia e influencia de su régimen, poniendo en especial disyuntiva a la derecha chilena, que cuenta con ventaja para retornar al poder.

Un 12% de los chilenos considera que el ex dictador -cuya dictadura y métodos represivos se cobraron más de 3.200 vidas- fue “uno de los mejores gobernantes del país”, según una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), un porcentaje imposible de obviar ante las elecciones del 19 de noviembre.

Amplio favorito, el empresario Sebastián Piñera, que se autocalifica de centroderecha, se encamina a ganar con holgura la primera vuelta. Pero todo hace pensar que tendrá que disputar un balotaje en el que el apoyo de la derecha más dura será clave en su intento de retornar a La Moneda.
Kast, pinochetista duro.

La irrupción como candidato del diputado ultraconservador José Antonio Kast, quien reivindica abiertamente la dictadura de Pinochet, trayendo de vuelta sin pudores el ideario pinochetista, llevó a Piñera a “derechizar” su discurso durante su segunda campaña, cuando se volvieron a escuchar gritos de “¡Viva Pinochet!” en algunos de sus actos.

Aunque cada vez más reducido, el llamado pinochetismo tiene todavía un inmenso poder económico y maneja gran parte de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido político más grande del país.

“Piñera no es pinochetista pero necesita del pinochetismo”, dice, graficando la encrucijada que enfrenta el empresario, el analista de la Universidad de Santiago, Raúl Elgueta.

En contra del aborto, a favor de cerrar las fronteras a los migrantes y de permitir la portación masiva de armas para enfrentar a la delincuencia, Kast busca captar el voto de derecha “más dura” y que desconfía de las lealtades del ex mandatario.

Con un lenguaje directo y extremo, como cuando prometió disparar en caso de que un delincuente entrara a su casa, Kast logró levantar bastante ruido mediático aunque en las encuestas no supera el 3%.

“En segunda vuelta, todos deberán votar por Piñera, y Piñera deberá adoptar posiciones más moderadas para poder ganar. El pinochetismo está muerto o es muy marginal”, dice por su parte el analista de la Universidad de Nueva York, Patricio Navia.

La “derechización” de su campaña llevó a Piñera a sepultar momentáneamente sus intentos de erigirse como el líder de una derecha renovada y despojada de toda herencia de la dictadura de Pinochet.

El empresario votó por el “no” en el plebiscito que en 1988 decidió el fin del régimen dictatorial y durante su primer gobierno, entre 2010 y 2014, criticó a sectores dentro de la misma derecha, al calificar de “cómplices pasivos” a civiles que apoyaron la dictadura.

También -en una decisión que ninguno de sus antecesores de izquierda se atrevió a adoptar- ordenó el cierre de una cárcel especial para violadores de los derechos humanos. Pero en su nueva campaña dijo que reabriría la cárcel de Punta Peuco, en caso de que Bachelet concrete su anunciado cierre.

Enfrentado en 1988 a una elección, Pinochet obtuvo el 43% de los votos, pero conforme han pasado los años, la figura del ex dictador se ha vuelto cada más débil, aunque su legado económico y político se mantiene.

Guillier, la esperanza de la izquierda

Antes de que su nombre figurara entre los favoritos para imprimirse en las boletas que revelarán al próximo presidente de Chile, Alejandro Guillier era un popular periodista que cuestionaba la situación de su país a través de un programa de debate llamado “Tolerancia Cero”.

Guillier fue uno de sus creadores en 1999 y el nombre del show se inspiraba en una política homónima creada en Nueva York para castigar infracciones que pusieran en riesgo a la ciudadanía.

El izquierdista de 64 años no se ha cansado de reafirmar su desapego de los partidos políticos, pero ahora aspira a reemplazar a Michelle Bachelet como candidato del oficialismo.

De este modo, encabeza la dividida coalición Nueva Mayoría (NM) y entre otras cosas ha prometido dar seguimiento a las reformas estructurales de Bachelet, quien entregará el poder en 2018.

Guillier también ha propuesto avanzar con temas como gratuidad educacional, fortalecer la salud básica y mejorar las pensiones de millones de jubilados.

La NM se fracturó por tensiones internas, especialmente entre comunistas y demócrata cristianos, lo que llevó a estos últimos a designar un candidato propio, algo inédito en la centroizquierda desde el retorno a la democracia en 1990.

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