Dos atentados en menos de dos horas en Damasco mataron ayer a al menos 32 personas y marcaron a sangre y fuego el sexto aniversario de la guerra de Siria, que ha dejado más 320.000 muertos.
Estas explosiones ocurren cinco días después de que 74 personas perdieran la vida en un doble atentando en la ciudad vieja de la capital siria.
Hacia las 13.10 local, un kamikaze se hizo estallar en el interior de un edificio que alberga dos tribunales, cerca de la entrada del famoso zoco.
“Oí un ruido, miré a mi izquierda y vi a un hombre vestido con una chaqueta militar”, explicó a la televisión pública un hombre llevando un parche en su ojo herido.
"En ese momento, levantó los brazos hacia el cielo y gritó: 'Allah Akbar' (Dios es grande), y después de produjo la explosión", añadió.
La explosión tuvo lugar en una hora de mucha afluencia y dejó además 100 heridos.
Menos de dos horas después, en el barrio de Rabué, en el oeste de Damasco, otro kamikaze “detonó su cinturón explosivo en el interior de un restaurante”. Hubo 25 heridos.
En tanto, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) informó que al menos 25 civiles, entre ellos 14 niños, murieron ayer de madrugada en bombardeos sobre la ciudad de Idlib, en el noroeste del país, bajo control yihadista.
Estas muertes recrudecen el terrible balance de seis años de guerra que ha causado 320.000 muertos, más de 11 millones de desplazados y refugiados, es decir la mitad de la población de antes de la guerra, y ha dejado por los suelos todas las infraestructuras del país. Este trágico aniversario coincide con una tercera ronda de negociaciones de paz en Kazajistán, que terminaron sin avances.
El conflicto se desató el 15 de marzo de 2011 cuando se produjeron manifestaciones pacíficas tras el arresto y la tortura de estudiantes de los que se sospechaba que habían escrito lemas contra el régimen en las paredes de Deraa.
Estas protestas fueron duramente reprimidas y acabaron degenerando en una rebelión armada y luego en una guerra civil, en la que se han visto implicadas fuerzas locales, regionales e internacionales.
“Cuando empezamos a manifestarnos, no esperaba que llegáramos hasta este punto. Pensaba que terminaría en dos, tres meses, un año máximo”, lamenta Abdalá Abraham, un vecino de Idlib. “Que esta guerra se termine por las armas o de forma pacífica, poco importa. El pueblo quiere vivir en paz”, aseguró.
La comunidad internacional se mantuvo dividida durante años entre un bloque a favor del régimen, liderado por Rusia e Irán, y un campo favorable a la oposición, encabezado por Estados Unidos, con numerosos países europeos, Turquía y los países del Golfo.
"Nunca más como antes"
Contrariamente a lo que esperaba este segundo bloque, el régimen de Assad logró ganar terreno con el apoyo militar de Moscú.
Frente a él, la rebelión ha ido mermando por las divergencias internas y se ha visto eclipsada por el auge de los grupos yihadistas, como el Estado Islámico (EI).
Los insurgentes se encuentran hoy en una situación extremadamente débil y marginal, sobre todo tras la pérdida en diciembre del sector este de Alepo, su mayor feudo.
Por otro lado, la oposición política ya no puede contar ni con el apoyo turco, después de que Ankara y Moscú -hasta entonces rivales- acercaran posiciones a finales de 2016, ni con el respaldo de EEUU, puesto que la administración de Donald Trump se mostró desinteresada en las pasadas negociaciones en Astaná y Ginebra.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a las partes implicadas que acaten el alto el fuego que firmaron en diciembre pasado. Pese a ello, “hay hoy en día una voluntad internacional de poner fin a la guerra y el pueblo sirio quiere una solución”, afirma Rami Abdel Rahman, director del OSDH.
“Pero las pequeñas guerras continuarán y Siria no será nunca más como antes”, advierte. Porque “no sólo se ha destruido la infraestructura, también el tejido social”.
En síntesis
- 320.000 muertos en los 6 años transcurridos desde el inicio de las revueltas contra el gobierno de Assad, el 15 de marzo de 2011.
- 11 millones de desplazados ha causado el conflicto, es decir la mitad de la población que Siria tenía en 2011.
- 7 millones de casas destruidas. Los constantes bombardeos, tanto de los rebeldes como de la coalición occidental y los aliados rusos de Assad, han destruido no sólo la infraestructura del país sino también el tejido social.
Un Messi "destrozado" pide por los niños "rehenes"
Lionel Messi pidió ayer por el fin de la guerra en Siria y salió en defensa principalmente de los niños en su rol de padre y embajador del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
“Un día de guerra es demasiado. Los niños de Siria llevan seis años sometidos a la violencia y crueldad de un conflicto que los tiene como rehenes”, expresó Messi en su cuenta oficial de la red social Facebook.
El crack rosarino afirmó que tiene “el corazón destrozado” y solicitó ayuda a sus seguidores a través del programa fomentado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para sumar voces en contra de la guerra que acabó con la vida de 320 mil habitantes, entre ellos, 16 mil chicos, y 7 millones de viviendas.
El mensaje de Messi en Facebook contiene un link para observar un video alusivo con niños sirios, en una ciudad de ese país, entre edificios y autos destrozados por las bombas. Télam