Cuando el último albañil recoja de apuro sus herramientas en el estadio Arena Corinthians de Sao Paulo, comenzará a rodar el jueves el balón en el Mundial de Brasil, menguado por bajas de grandes figuras y amenazado por las protestas sociales.
Alfombras y butacas eran colocadas a último minuto en ese estadio con capacidad para 61.000 personas, pese a que la FIFA, ya resignada, se ha cansado de protestar por los atrasos en el escenario de Sao Paulo y en otros cuatro estadios de los 12 que acogerán al Mundial entre el 12 junio y el 13 de julio.
En una casa que no está en orden, la selección de Brasil iniciará su camino hacia la sexta corona mundial cargada de una pesada responsabilidad por el temor generalizado a una segunda frustración en casa, tras el 'Maracanazo' a manos de Uruguay en 1950.
El talentoso Neymar (FC Barcelona) llevará sobre sus espaldas el mayor peso de semejante reto, acompañado de un grupo de jugadores que no descollan por su talento como los grandes 'scratchs' brasileños, pero le aseguran a Luiz Felipe Scolari una cuota de sacrificio y obediencia táctica que el entrenador considera indispensables para festejar a lo grande con su público el 13 de julio en el Maracaná.
Por el Grupo A, la seleçao se enfrenta a Croacia en el debut y luego a México y Camerún, en una primera etapa en la que parece no afrontar mayores escollos, aunque el camino puede ser empinado en la siguiente fase en la que seguramente le esperarán España u Holanda, campeón y subcampeón mundiales, mientras Australia apuesta a un milagro.
Por favoritismo y palmarés, Brasil comanda además la defensa del invicto en mundiales jugados en América Latina, donde los seleccionados europeos nunca pudieron levantar la copa tras seis citas máximas (Uruguay-1930, Brasil-1950, Chile-1962, México-1970, Argentina-1978 y México-1986).
A la espera de la mejor versión de su estrella Lionel Messi (Barcelona), Argentina, bicampeón mundial, tiene marcado un sendero de rosas en la primera fase ante Bosnia, Nigeria e Irán, con un envidiable poder de fuego que completan Sergio Agüero (Manchester City), Gonzalo Higuaín (Nápoles) y Angel Di María (Real Madrid), aunque la incógnita aparece una y otra vez por una defensa que a menudo parece un tembladeral.
Uruguay, también dos veces campeón del orbe, le reza a todos los santos para que su estrella Luis Suárez (Liverpool) llegue a tiempo al Mundial tras ser operado de los meniscos de su rodilla izquierda el 22 de mayo pasado.
De otro modo, la celeste lo tendrá muy difícil porque la esperan en el Grupo D dos excampeones mundiales: una Italia renovada que ha dejado atrás el tradicional 'catenaccio' e Inglaterra, con hambre de protagonismo tras sucesivas frustraciones desde que ganó el título en casa en 1966.
Costa Rica, el cuarto equipo sembrado en el considerado 'Grupo de la Muerte', tiene por delante un panorama muy desalentador, pero tal vez pueda convertirse en el árbitro si logra arrebatarle puntos a alguno de sus tres rivales.
Muchas bajas antes de la batalla
En cambio, Colombia viene perdiendo soldados como un ejército en retirada, comenzando por su figura Radamel Falcao García, que no ha podido recuperarse de una lesión ligamenteria, en una lista que completan Aldo Leao Ramírez (Monarcas Morelia, México), el volante Edwin Valencia (Fluminense, Brasil) y el defensor Luis Amaranto Perea (Cruz Azul, México).
De este modo, la selección cafetera que dirige el argentino José Pekerman verá lejano el objetivo de superar su mejor actuación en un Mundial tras haber llegado a octavos de final en Italia-90.
Los chilenos también se encomiendan porque sin una de sus figuras Arturo Vidal (Juventus), entre algodones luego de una operación de meniscos el 7 de mayo, la escuadra sudamericana aumenta sus riesgos en el Grupo B junto a Holanda, que busca romper su racha de tres finales mundialistas perdidas, y España, en busca de revalidar el titulo con su generación dorada.
La ola de lesiones condiciona también a otras selecciones que han perdido a jugadores importantes como Franck Ribery (Francia), Víctor Valdés y Thiago Alcántara (España), Marco Reus (Alemania) y Matías Fernández (Chile).
En la lista maldita también entraron Riccardo Montolivo (Italia), Rafael Van der Vaart y Kevin Strootman (Holanda) y los latinoamericanos Álvaro Saborío y Bryan Oviedo (Costa Rica) o Luis Montes (México).
Demasiadas bajas cuando aún no comenzó la madre de todas las batallas.
La gran vidriera
Con la mayoría de las selecciones en suelo brasileño, la poderosa maquinaria del Mundial se pone lentamente en movimiento, aunque amenazada por un movimiento social que durante un año ha cuestionado los gastos para la cita máxima en contraste con las necesidades pendientes en salud, educación y vivienda.
A la par y aprovechando la gran vidriera en la que está Brasil como país organizador de uno de los eventos de mayor repercusión global, en la primera economía latinoamericana se han disparado en los meses las huelgas por reclamos salariales.
Sobre el inicio a toda orquesta del Mundial pende la amenaza de que la fiesta se arruine por una huelga de trabajadores del metro, un servicio que moviliza a unas 4,5 millones de personas diariamente y es la principal vía de llegada al estadio Arena Corinthians de Sao Paulo, una de las ciudades más pobladas del planeta.