Después del mensaje inicial del Presidente Alberto Fernández, quedó instalada en la población la convicción de que era inminente que se cumpliera la promesa de campaña de “llenar al heladera de los argentinos”. Las promesas de bonos de fin de año y de aumento especial a los jubilados, como una forma de reactivar el consumo, hizo que poca gente reparara en los detalles finos de la propuesta
El mismo Presidente, en declaraciones periodísticas, había anticipado que este plan tenía por destinatarios a los sectores de menores ingresos, sin precisar cuál es el límite, pero dejando en claro que no era para todos. Respecto de los trabajadores privados, el tema saldrá del Consejo Económico Social que estará incluido en la ley de Solidaridad y Reactivación Productiva que la semana próxima ingresará al Congreso. En la misma ley se incluirá el aumento a jubilados y la AUH.
De los dichos del ministro Martín Guzmán quedó claro que, más allá de estas intenciones, el gobierno quiere cuidar el equilibrio fiscal y evitar desbordes de emisión monetaria por lo cual los montos y el alcance no pueden ser generalizados. La pregunta clave es ¿cómo pagarán todo esto? ¿De dónde saldrán los fondos?
Dado que el ministro aclaró que 2020 no es momento para hacer un ajuste fiscal, pero que quieren reactivas el consumo y poner en marcha el aparato productivo sin generar un exceso de emisión monetaria, podemos suponer que una de las primeras fuentes de financiamiento surgirá del diferimiento de los pagos de la deuda. Pero esto muestra que la frazada es corta y deben ser muy cuidadosos, sobre todo con los tiempos.
Éste es el punto neurálgico del programa del nuevo gobierno que calcula que, postergando pagos de capital e intereses (se habla de dos años) el Estado tendría superávit fiscal y con esos excedentes se podrían atender estas necesidades. Pero además, se obtendría financiamiento adicional aumentando retenciones las exportaciones del agro -aunque con un potencial conflicto con el sector-, un adicional de impuesto las ganancias a los sectores de mayores ingresos y una mayor alícuota del impuesto a los Bienes Personales.
En principio, éstas serían las bases de un programa de reactivación de la economía para los primeros seis meses, mientras dure la renegociación de la deuda con los acreedores. El plan incluiría, además, un programa de préstamos subsidiados con tasas muy bajas que serían dados directamente por el Ministerio de Desarrollo Social, pero falta explicar la operatoria, mientras el Banco Nación emitiría una Tarjeta Alimentaria que, en principio, estaría destinada a sectores más vulnerables. Este término “vulnerables”, aún sigue siendo bastante difuso.
Los miedos por la inflación
Las primeras declaraciones del nuevo ministro de Economía demostraron a una persona sólida, que hizo mucho hincapié en la necesidad de tener equilibrio fiscal, con tendencia a tener superávit, porque es la forma sustentable de poder pagar deuda en el futuro y no necesitar deuda en el presente.
No obstante, cuando hizo su diagnóstico, marcó que el problema de Argentina fue en el endeudamiento, pero no hizo mención de las causas que lo generaron. El hecho de no reconocer que el déficit fiscal generado por el exceso del gasto público con una presión impositiva asfixiante fue lo que llevó a tomar deuda para pagar los vencimientos de títulos que habían sido emitidos en la época de Néstor Kirchner, es una señal de alerta.
Martín Guzmán reconoció que tiene como objetivo una baja gradual de la inflación, porque éste es un estado que altera los procesos de formación de precios y por ello dio tanta importancia al hecho de evitar cualquier desborde de emisión monetaria. Si lo consigue, sería un paso adelante, pero además necesita de otro factor, que es la confianza de los consumidores y la confianza de los mercados.
El factor confianza jugará un rol fundamental para que mejore la demanda de pesos. En los últimos meses del gobierno de Macri, con la base monetaria congelada, la inflación seguía subiendo porque bajaba la demanda de pesos, ya que la gente no confiaba en nuestra moneda y se desprendían rápidamente de ellos para comprar dólares.
El ministro reconoció que la confianza no se gana de la noche a la mañana y ésa es la razón del cuidado que espera tener con la política monetaria. En este sentido, será muy importante el accionar del Banco Central, tanto por el programa monetario como con el frente cambiario. En este sentido, el ministro reconoció que aún no están dadas las condiciones para salir del cepo, aunque descartó, por el momento, un desdoblamiento del mercado o cualquier otra modalidad.
Por ahora, hay que esperar las medidas instrumentales de la Ley de Solidaridad y Recuperación Productiva, para saber de qué forma llegará la asistencia a los sectores que han quedado más rezagados en la sociedad y la forma en que pueda impactar en los niveles de actividad económica general. También se deben esperar los resultados que arroje el Consejo Económico y Social respecto de los compromisos de empresarios y sindicalistas para moderar sus posiciones.
Llegan con el antecedente de una inflación de 4,3% en noviembre (4,6% en Mendoza) donde el rubro alimentos, salud y combustibles fueron los que más traccionaron. En Mendoza se repitieron los mismos sectores, agregando algún peso el de la indumentaria. Para diciembre se espera una tasa superior, porque muchas empresas hicieron aumentos preventivos para cubrirse de un eventual congelamiento. Si todos no ponen buena fe, no habrá solución posible.