Durante este junio que nos alcanza el tiempo, más precisamente el 7 del mes, se celebró el Día del Periodista. Vaya el abrazo a todos los colegas que ejercen la profesión sin violar sus principios y dándole a sus destinatarios sus trabajos en serio, tratando de aproximarse a la verdad, porque a veces la verdad es muy esquiva y solo muestra una franja de su lomo.
El periodista trabaja con material altamente sensible y de sus voces pueden surgir las palabras justas de la realidad, como así también las palabras hirientes de la infamia. Debemos ser coherentes con uno de los grandes periodistas mendocinos, Dante Di Lorenzo, cuando decía que el periodista debía trabajar con la curiosidad de un científico y la humildad de un mendigo. Así seremos mejores, sin dudas.
El Día del Periodista rememora la aparición del primer periódico libre del Río de la Plata y uno de los primeros de América: La Gazeta de Buenos Ayres. Nada más y nada menos que de don Mariano Moreno. La Gazeta no fue sólo el periódico fundacional, fue el órgano de prensa de la Revolución de Mayo. Dio instrucciones, pero también dio fundamento y testimonio de las ideas. Lo que decía era grave, visceral, profundo. Releamos sus palabras iniciales: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de estos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.
Parece al menos curioso que tal fundamento escrito del pensamiento de Mayo tenga hoy absoluta vigencia. Releyendo las páginas de La Gazeta de Buenos Ayres podemos encontrar más ejemplos de lo bien que se han conservado los principios, o de lo saludable que siguen siendo las aberraciones del poder. Esto fue publicado el 6 de setiembre de 1810 en el famoso periódico: “Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar más de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse”.
¿Les hace acordar en algo a este proceso llamado “globalización”? Pues atiendan lo que sigue diciendo: “Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios”.
¿Qué tal? Parece escrito hoy por un revolucionario de hoy, que no abundan, como en aquella época. Tal vez, digo, no sería mala idea que quienes tienen la responsabilidad de ocupar los estamentos de gobierno ahora se acuerden de los que los ocuparon por primera vez y lean La Gazeta de Buenos Ayres, como para que se den cuenta de que la historia no es una circunstancia, es una memoria que a cada momento renueva su memoria.
Hace doscientos ocho años aparecía La Gazeta de Moreno. Por su contenido, tranquilamente podría ser un diario de hoy.