Nadie podía pensar que, con los jugadores con que se armaron, por caso, Atlético Palmira y Huracán Las Heras, hoy el líder fuera otro. Nadie, más allá de los pergaminos que suelen exhibirse en calle Mitre, pensaba en que la Academia iba a ser hoy el equipo del que todos hablan. Ya pasaron nueve fechas desde el inicio del torneo, ya pasó la primera ronda y ninguno de los rivales supo encontrar la forma de romper su esquema. Marcha líder, se mantiene invicto y apenas le convirtieron dos goles en lo que va del certamen. El detalle no es menor y sirve para comenzar a analizar el por qué de este presente lleno de optimismo.
Sebastián Cloquell armó una revolución con su llegada a San José. Cuando los demás equipos comenzaban a armarse, el ya daba inicio a la pretemporada con la mayoría del plantel definido. Ahí comenzó a ganar su pequeña batalla, ésa que muchas veces no depende de sí mismo. Nombres poco reconocidos pero de buen rendimiento en la anterior temporada comenzaron a modelar un Atlético Argentino 2014.
Sumó a Jorge Fontemacchi en el arco, tras su polémica salida de Huracán Las Heras. Agregó experiencia a la última línea con Walter Poblete y Federico Giusepponi. Encontró equilibrio en el mediocampo con Lucas Parra y Misael Torres, mientras que aprovechó todo el fútbol que brinda la Joya Jofré desde la banda izquierda hacia el centro. Arriba, consciente de que su equipo debía tener poder de fuego para aprovechar las pocas ocasiones que surgieran, apostó a Juan Paulo Suraci y Emmanuel Lucero, dos que además de jugar no dan tregua en la búsqueda de ensuciar la salida rival. Son los primeros defensores del equipo y ahí está el primer concepto. Todos corren, todos defienden. No hay negocio en ese aspecto. Cloquell entiende el fútbol como un conjunto de individualidades que se unen para moldear un todo. No hay triunfo sin convicción ni logro sin sacrificio.
El equipo captó rápidamente el mensaje que llegaba desde el banco de suplentes y la idea prendió desde la primera fecha, cuando con escasas situaciones de gol se impuso a Palmira. Fue un partido chato, con poco para destacar, pero comenzaba a desprenderse una clave para entender a este equipo: habrá que batallar mucho para poder convertirle un gol. Apenas Huracán Las Heras, 1-1 en la fecha 6, y Deportivo Guaymallén, 1-1 en la fecha 8, pudieron vulnerar la valla albiceleste. El resto intentó en vano lograr el grito sagrado. Y todos terminaron de rodillas ante el orden defensivo y el oportunismo exhibido por el equipo de San José.
Hasta ahora se viene repitiendo la historia y ninguno parece dar con la tecla para romper lo que muchos ya reconocen como la mejor defensa de la Zona 16. “No hay manera de entrarle cuando se cierra. Conoce bien la forma de achicar y cierra los espacios hacia adelante. Es complicado”, admite un técnico que ya los enfrentó.
Mientras, el plantel cierra puertas para no oír sobre sus virtudes y perder el carro del que todos tiran. “No hay grandes secretos. Sólo sacrificio, convicción y amor por la camiseta”, dicen desde la intimidad. Casi nada.