Como sucedió durante todo el fin de semana largo, de esta fiesta que arrancó el jueves pasado, los hinchas argentinos y sus pares sudamericanos, en menor medida, no fallaron. Había que hacer el aguante para el local y ellos dijeron presente. Todo elemento sirvió para alentar. Gorro, bandera y vincha.
Cada gol albiceleste los levantaba de sus asientos casi como una gran coreografía. Hubo calor y color. Mas de 800 personas coparon las tribunas del estadio con el tradicional grito de guerra: Argentina, Argentina... Cuando Chile creció en el juego, ellos encendieron al equipo nacional con sus gritos. Desde afuera también jugaron su partido.
Y los jugadores, ya con la copa en la mano, la ofrendaron como muestra de amor y respeto. A esa altura, borrachos de emociones, todos sonaban con Messi, dentro de un mes, repitiendo el gesto.