Pasará el tiempo y nadie sabe si se llegará a conocer toda la verdad sobre la trágica fiesta electrónica Time Warp en el recinto Costa Salguero, en la ciudad de Buenos Aires.
Las familias que perdieron a sus hijos no los tendrán nunca más y es prematuro conocer las secuelas que quedarán a quienes sobrevivieron.
Otra incógnita que flota es saber si los verdaderos responsables de la venta de las drogas sintéticas caerán entre rejas y pagarán por empujar a miles de jóvenes al consumo, que es lo mismo que lanzarlos a un precipicio.
Debe admitirse que los asistentes, y entre ellos los fallecidos o internados en delicado estado, eran y son personas mayores con capacidad de tomar sus propias decisiones al momento de aceptar los estupefacientes pero, por los datos que van trascendiendo, lo que se instaló en el show electrónico fue poco menos que un “shopping” de la droga, que arrasó con los que sabían lo que ingerían y arrastrando a los principiantes, aprovechando una condición humana, la permeabilidad a las adicciones (estímulos externos que potencien una experiencia o un estado). Todo esto por la ambición del dinero que otorga poder.
Cualquier debilidad y adicción serán explotadas si a través de éstas se puede arribar a grandes sumas de dinero; el explotador hará lo necesario para generar la necesidad y ganar consumidores.
Para peor, algunos servicios de seguridad destacados en el escenario de Costa Salguero para preservar la seguridad, desatendieron imprescindibles obligaciones, como denunciar a tiempo la escandalosa presencia de estupefacientes y otras irregularidades, con lo que quizá se hubiera evitado la tragedia.
La única forma de luchar contra las drogas, cualesquiera que éstas sean, es educar en el discernimiento, y en ese papel la familia tiene una gravitación fundamental. Ante la falta de contención, atención y acompañamiento de los hijos en el seno familiar los narcos van siempre un paso por delante.
La tragedia de Costa Salguero evidencia la urgente necesidad de adoptar programas que promuevan prácticas de cuidado para disminuir riesgos y daños asociados con el consumo de drogas en adolescentes y jóvenes, mientras no se pueda extirpar de raíz el pernicioso flagelo. Para ello, el Estado tiene que asumir un papel activo en la regulación de este tipo de acontecimientos.
En lo que concierne a Mendoza, autoridades de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico aseguran que no se ha detectado, en el ámbito provincial, la circulación de estas “nuevas drogas”. No obstante, deben tomarse las mayores precauciones posibles porque debido al estado de conmoción en una plaza como Buenos Aires, los mercaderes pueden intentar colocar sus ilegales productos en el interior del país.
Psicólogos de la provincia, que tratan estos temas en su cotidiano quehacer profesional, advierten que desafortunadamente los jóvenes tienen un acceso amplio a las drogas, el alcohol y la pornografía. Desde su punto de vista, en la mayoría de los casos falta la presencia de los padres en el camino de sus hijos; muchos, ocupados por entero a su trabajo y entorno social, descuidan y vulnerabilizan a los jóvenes.
Hoy muchos profesionales de este ámbito de la salud se encuentran en las clínicas o centros de atención con padres muy jóvenes, que no saben o no pueden contener afectivamente a su prole, guiarla y apuntalar su desarrollo. En lo práctico, esos adultos jóvenes no pueden brindar un apoyo certero en el crecimiento y la conciencia moral de sus vástagos.
