Alfredo Cornejo pisó anoche por última vez el Frank Romero Day como gobernador de Mendoza. Al menos durante este mandato, porque nada impide (y tampoco él lo niega) que intente volver a la Casa de Gobierno en 2023. Pero volvamos al presente, no vamos a hacer futurismo desde aquí. La que está terminando es para el Gobernador la Fiesta de la Vendimia más “política” de su gestión. Casi que está en su salsa, porque él es un político más encandilado por las luces tenues del comité partidario que por las que le dan color al escenario majestuoso del Teatro Griego.
Así que aprovechó el contexto electoral para nadar como pez en el agua. Cornejo se justifica diciendo que toda Vendimia es política “porque es política pública”, como respondió el viernes a los periodistas en el lanzamiento del Procrear de Capital, un acto (político) donde aprovechó para apuntalar a su delfín, el intendente de Capital Rodolfo Suárez, y también para lanzar dardos contra sus enemigos predilectos: los jefes comunales desdobladores del PJ, esos que le están haciendo gastar horas extra en la Suprema Corte porque se quieren reelegir otra vez.