"Despacito, despacito, despacito, les rompimos...", así sonaba el vestuario de la Selección Argentina de básquet, tras vencer a Serbia en los cuartos de final del Mundial de básquet.
Los jugadores le dieron rienda suelta a toda su euforia: golpearon puertas, tiraron tachos que estaban en el vestuario y sobraron los abrazos.
Ahora se viene Estados Unidos y Argentina sigue soñando con llegar a la final.