Las celebraciones populares que los vendimiadores realizaban al finalizar la cosecha, festejando la culminación de un año de labor en la viña, marcan el origen del festejo que se convirtió en símbolo de Mendoza.
Y que actualmente convoca a miles de turistas que llegan de todo el país para presenciar los desfiles por las calles de la Capital (Vía Blanca y Carrusel) y disfrutar el espectáculo central.
Desde hace una década aproximadamente, la ocupación hotelera oscila entre el 100 y el 80 por ciento para esta semana. Datos recientes de Despegar.com precisan que este año la venta de vuelos para esta semana que termina creció 62% respecto de la semana del 20 de febrero.
También es un imán -desde la inclusión en el calendario oficial- la denominada "Vendimia para todos", que suele realizarse el fin de semana siguiente a los actos centrales.
El origen
Así como en las fincas y bodegas es costumbre festejar el fin de cosecha y a principio del siglo XX era tradición elegir a una joven como reina, la provincia de Mendoza tomó esta celebración para dar a conocer la industria madre.
Fue el 11 de abril de 1913 cuando, en adhesión a un congreso destinado a mostrar la industria y el comercio de la época, como broche de oro se dispuso ofrecer un desfile de vendimiadores y carros alegóricos. Este paseo se transformó en anticipo de la fiesta máxima de los mendocinos.
Pero le correspondió al gobernador Guillermo Cano, recién en 1936, firmar el decreto que instituyó la celebración. Y fue luego en 1972 que obtuvo la inclusión en el calendario oficial del país y se ganó el rango de fiesta nacional.
La primera fiesta
Durante dos meses se trabajó con premura para preparar la primera fiesta vendimial, en 1936, aunque consistió solamente en un espectáculo artístico musical.
El 18 de abril se habían concretado los festejos previos en la Rotonda del parque San Martín. Se iniciaron a la mañana con el Carrusel y continuaron al mediodía con un banquete en la bodega Escorihuela, una degustación en la bodega Arizu y una exposición industrial en las vidrieras de avenida San Martín.
Desde las 21.30, en el estadio de Gimnasia y Esgrima se realizó el Acto Central, con una concurrencia calculada en 25.000 personas, que desbordó toda previsión.
La atracción principal fue el mismo público, que coreó y aplaudió las canciones interpretadas por los conjuntos. Danzas y música de nuestro país y el extranjero poblaron la noche.
En esa oportunidad se estrenó la primera canción de la Vendimia, de Ernesto Fluirá, ganadora del concurso del que participaron más de 30 compositores de todo el país.
Dio realce a la fiesta la presencia del ministro de Agricultura de la Nación, doctor Miguel Ángel Cárcano, y el intendente de Buenos Aires, doctor Carlos Alberto Pueyrredón. Como aporte nacional, el ministro donó a la Provincia el Escudo que hoy se luce en la plaza Independencia y del que muchos desconocen su procedencia.
Cientos de niños cantaron bajo la dirección del maestro Fidel María Blanco y el acompañamiento de la Banda de la Policía.
Tras el desfile y presentación de las candidatas, el jurado, integrado por funcionarios y destacadas personalidades provinciales y autoridades nacionales, procedió a votar. En aquella oportunidad, resultó electa como Reina Delia Larrive Escudero, representante de Godoy Cruz.
Nuevos aportes
Al año siguiente se incorporaron elementos originales, como un desfile en góndolas en el lago del Parque. El Carrusel adoptó la personalidad que posee ahora y la historia del transporte que había tenido tan buena acogida pasó a ser sólo una parte de él.
El año 1939 trajo también muchas innovaciones: se incorporó la Bendición de los Frutos. Y en 1940 nació la Vía Blanca de las Reinas, que en su momento se llamó "Corso de los carros alegóricos".
Se decidió que cada departamento presentara a su Reina en un carro, lo que fue una alternativa importante para quienes deseaban contemplar el paso de las soberanas y no podían hacerlo durante el Carrusel.
El primer presidente que asistió a la Fiesta fue el doctor Ramón Castillo, en 1942.
La Fiesta continuó creciendo y recién en 1963 se trasladó a su escenario definitivo, el teatro griego Frank Romero Day. Allí, la grandiosidad del ambiente natural tentó a pensar nuevas posibilidades para la celebración.
No puede estar ausente de esta reseña la actuación de Abelardo Vázquez, quien en diez fiestas vendimiales ofreció su especial visión creativa, transformando a la celebración con sus aportes.
Supo aprovechar con habilidad las luces, el agua, las proyecciones, los fuegos de artificio e incorporó un piso de acrílico iluminado. Fue un creador, un innovador, que imprimió un nuevo estilo a las Fiestas.
Fue él también quien dio a los cerros aledaños al teatro griego nombres de vinos: Pinot, Tinto, Cabernet, Chianti, Barbera, Oporto, Semillón y hasta Vinagre.
En 1964, se inició la expansión hacia los cerros, mientras al escenario central se le agregaban pisos de acrílico y la capacidad de las graderías se ampliaba.
En las últimas dos décadas hubo grandes cambios, especialmente a nivel tecnológico, con la incorporación de las más modernas técnicas en la materia.
Fue así que el rayo láser comenzó a usarse en el espectáculo central, mientras los fuegos de artificio, que durante tantos años estuvieron a cargo de la familia mendocina Quatrini, pasaron a ser responsabilidad de empresas especializadas en las más importantes fiestas nacionales.
A la televisación, se sumaron las nuevas plataformas digitales y actualmente la Fiesta Nacional de la Vendimia se puede ver en vivo y en directo en todos los rincones del mundo a través de una compu o de un celular.