Ante la llegada prematura de la primavera, los gansos migran antes y los zorros polares tienen dificultades para alimentarse en la isla de Spitsbergen, en el corazón del Ártico noruego, donde el calentamiento global altera la vida animal.
“Las barnaclas cariblancas, que llegan cada primavera de Escocia, se han adaptado a la llegada más temprana de la primavera en Spitsbergen, donde vienen a anidar”, explica el ornitólogo Maarten Loonen, quien recorre este verano los coloridos y dispersos edificios de la localidad científica de Ny-Alesund para observar esta especie de gansos establecida allí.
“En 2007, avanzaron brutalmente 15 días su viaje de 3.000 kilómetros y, desde entonces, es así”, precisa el experto holandés. Estos animales encuentran en esta isla un musgo rico en proteínas, apreciado en el momento de poner y de incubar los huevos.
El archipiélago de Svalbard, cuya isla principal es Spitsbergen, registra un calentamiento climático más fuerte que en el resto del mundo: +2,5ºC de media en los últimos 100 años frente a un +0,8ºC a nivel mundial. El alza es aún más pronunciada en invierno y en los últimos dos decenios.
Si las barnaclas cariblancas, una especie de ganso protegido, han sabido aprovechar hasta el momento este cambio radical, no ocurre lo mismo con otras especies.
“El zorro polar es su principal predador”, explica Maarten Loonen, mientras examina con sus prismáticos los gansos que ha anillado. “Pero en invierno, los zorros tienen a menudo problemas para acceder a las reservas de cadáveres de gansos, que han creado enterrándolos”, agrega el especialista. El calentamiento provoca lluvias gélidas que privan a los zorros de su comida.
Por los mismos motivos, este fenómeno de lluvia de hielo glaseado también es perjudicial para los renos de Svalbard, una especie más pequeña que sus primos de Europa y de Canadá, y que se alimenta de musgo y líquenes. Si sus pezuñas les permiten apartar la nieve, son en cambio incapaces con el hielo.
Los osos comen huevos
Para contar los gansos, Maarten Loonen deambula durante la tarde por las calles de Ny-Alesund, que frecuenta desde los años 90. Hasta 1962, la localidad albergaba mineros, pero ahora hasta 150 personas entre técnicos y científicos residen en verano bajo el sol de medianoche.
“Los zorros atrapan casi cada día a los pequeños en la localidad”, explica el experto, a quien esto no le entristece. Alrededor de él, la vegetación es escasa y la población de barnaclas cariblancas cuenta con una buena salud. De los 15.000 ejemplares a principios de los años 90, pasó a 35.000 en el conjunto de Svalbard.
Sin embargo, el ornitólogo descarta predecir el futuro, ya que, a su juicio, “las interacciones con los predadores son inciertas”. ¿Cómo evolucionará la mortalidad de los zorros?, se pregunta.
Loonen remarca, asimismo, que los osos polares “se comen también los huevos de los gansos y acuden cada vez más a la costa oeste de Spitsbergen”.
Una prueba de ello es que las estrictas consignas de seguridad para los científicos de misión en esta isla ártica eran inexistentes a principios de los años 90, explica.
"La mayoría de osos de Svalbard viven en el este del archipiélago, pero desde hace algunos años exploran nuevos territorios y se aproximan cada vez más a Ny-Alesund", indica Sébastien Barrault, consejero científico de la compañía noruega encargada de la logística para toda la localidad.
"Quizás, porque hay muchas aves, los huevos son una comida fácil", estima.