Una hija y dos yernos declararon a favor de a Américo Eulogio Morales (73) un agricultor de Rodeo de Medio que es juzgado por el homicidio de su esposa, Teresa del Carmen Vargas (69), una mujer que llegó a estar internada en el hospital psiquiátrico El Sauce y que estaba enemistada con toda su familia.
El año pasado, Américo Morales habría asesinado a su mujer, utilizando un machete, con el que la golpeó en la cabeza y le amputó cuatro dedos de la mano izquierda.
Ayer, la Cuarta Cámara del Crimen comenzó a juzgar a Morales por el delito de homicidio agravado por el vínculo, no por femicidio, ya que no se trata de un hecho en el que se registrara violencia de género.
Al contrario, según contó una de las hijas y dos yernos de la pareja, la mujer "era mala", estaba desequilibrada y hostigaba desde hace años al hombre, denunciándolo constantemente y, -tras el divorcio- lo había echado, sin respetar que la Justicia había establecido que la finca de cuatro hectáreas y la casa familiar fueran divididas en partes iguales.
Si bien el homicidio agravado por el vínculo tiene una pena de prisión perpetua, es posible que en este caso puede atenuarse la pena por "circunstancias extraordinarias", por lo que podría recibir una pena menor, acorde a un homicidio simple; incluso podrían otorgarle prisión domiciliaria, por su edad y estado de salud.
Le dio un arrebato
"Yo pienso que a mi papá le dio un arrebato. Ese día ella rompió el candado y se metió al salón (la parte que pertenecía al marido) para venderle los muebles. Ella quería que viviera en la calle. Era un calvario", dijo una de las tres hijas de la pareja, Liliana Morales quien, tras declarar, se abrazó a su padre, llorando.
"Llegó a vivir peor que un animal, en un cuarto hecho con cajones y nylons", sostuvo Marcelo Martínez, yerno del imputado.
En contrapartida, todos sostuvieron que Américo nunca agredió ni amenazó a su ex pareja.
Martínez explicó que el 9 de mayo de 2014 estaba en el patio de su casa, arreglando una camioneta junto a su suegro. En un momento, Américo se fue y volvió a los pocos minutos con un machete ensangrentado en la mano. "Llamá a la policía. Quedate tranquilo que ya se terminó todo".
Martínez se puso tan nervioso que no pudo llamar al 911. Fue Américo quien hizo el llamado.
En una conversación previa al crimen, Américo se lamentaba ante su yerno, diciendo: "¿Cómo puede ser que la Justicia no me dé una solución"? Es que, según Martínez, Américo "vivía como un animal; decía que nadie hacía nada por él. No consiguió una respuesta en ningún lado. Le quitaron el lugar donde vivía. ¿Qué podía hacer?"
Otro testigo, Osvaldo Gamone, casado con una de las hijas de la pareja, se remontó en el tiempo y explicó que cuando él los conoció "Américo le compraba todo lo que ella quería, la llevaba a cenar. En un momento ella lo empezó a tratar mal, decía que era un hijo de puta. Ella era muy mala, le dio esa locura, la internaron en el Sauce. Él nunca le dijo nada ni le pegó". El debate continuará hoy, cuando declaren otros testigos.