Las quejas llegan desde todos los sectores. Los nuevos impuestos están complicando cada día más a las empresas y a los particulares. A estos últimos los deja con menos capacidad de compra y a las empresas les afecta su capital, mientras la caída de la demanda afecta las ventas y los niveles de equilibrio necesarios para trabajar, al menos, sin pérdidas.
Los datos de la balanza comercial de 2018 reflejan claramente algo que se está percibiendo, en muchos sectores industriales y todas las economías regionales. En principio, la balanza comercial tuvo un fuerte saldo favorable en el último trimestre del año, lo que permitió arribar a un déficit de u$s 3820 millones, un 54% menos que en 2017. Esto fue posible gracias a la recesión, que achicó severamente la demanda de algunos bienes por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, como automotores, y la buena reacción de Brasil, después de las elecciones, con una revaluación del real.
Lo llamativo es que hay una recuperación leve de las exportaciones, que crecieron solo el 5%, pese a la devaluación, mientras que las importaciones bajaron solo el 2%. En realidad la devaluación no ha generado los niveles de competitividad esperados ya que la mayor fuente del aumento de las ventas externas estuvo centrada en las exportaciones de energía y de manufacturas de origen industrial.
Este panorama se siente en casi todos los sectores. La devaluación no ha dado resultado porque el gobierno nacional y algunos gobiernos provinciales aumentaron impuestos y, además, se impusieron retenciones a las exportaciones que terminaron de agravar la situación. Esto explica las quejas de los sectores dedicados a las exportaciones en Mendoza, pero las quejas se repiten en todas las economías regionales.
El consumo tampoco empuja
La situación del mercado interno tampoco ayuda porque la fuerte escalada inflacionaria y la devaluación afectaron seriamente el poder adquisitivo de los salarios y de las jubilaciones. Con los datos disponibles hasta noviembre pasado, las ventas cayeron, en términos reales, 12,5% en el cana supermercados, 16,3% en los shoppings y 14,7% en el canal de los autoservicios mayoristas.
Las ventas a precios constantes mostraron un deterioro por el efecto de la inflación, y todo esto, faltando los datos de diciembre, se vio reflejado en la recaudación total de impuestos nacionales, en los cuales en términos reales la recaudación del IVA mostró una caída del 10% y, hasta hora, lo que sostiene el éxito recaudatorio son los ingresos por retenciones a las exportaciones.
El consumo, por ahora, no tendrá una gran recuperación porque no se han mejorado los salarios pero hay otro obstáculo que son las tasas de interés. Sabemos que el gobierno aplica una política monetaria restrictiva hasta el 30 de junio próximo y para eso, además de congelar la cantidad de pesos en el mercado, aplica elevadas tasas de interés que son prohibitivas para financiar la producción y el consumo. A pesar que las expectativas de inflación, según sectores privados, se colocarían entre 28 y 30%, el BCRA mantiene tasas de interés muy altas, a pesar que esta semana ya bajaron a niveles de 56%, lo que representa todavía una amplitud muy alta que favorece la especulación.
La única esperanza puede venir de alguna recuperación salarial en sectores con mayor peso de negociación. También puede aportar mucho una recuperación de las jubilaciones y asignaciones sociales. Ya que estas se actualizan por los índices de dos trimestres atrasados, hasta junio los pasivos recibirían ajustes tomando los elevados índices del último semestre del año y, hasta junio, percibirían una mejora del 23% y en el anualizado podrían llegar a un 35%. Los jubilados y beneficiarios de planes sociales destinan todo su ingreso al consumo y son casi 12 millones de personas. Aunque las prestaciones individuales siguen siendo bajas, el total de crecimiento se sentirá en el consumo.
Las dudas sobre la recaudación
El escenario todavía perece complejo. Mientras, en el gobierno se mantiene confiados en que tanto el consumo como el turismo, por una parte, y las exportaciones, por el otro, apuntarán a una recuperación y harán que el PBI no caiga en 2019. Por el lado de las consultoras, no confían en que el consumo se recupere tan fácil, sobre todo porque la inercia inflacionaria seguirá presente con índices anuales oscilando entre 28 y 30%.
Esto pone dudas sobre las metas de recaudación porque si no reaccionan las exportaciones el gobierno no conseguirá ingresar lo que espera por retenciones y la paradoja es que las ventas al exterior se podrán reactivar si se retiran las retenciones.
Esto tiene un problema adicional y es que, la falta de competitividad se hará sentir mucho más con la puesta en marcha del acuerdo comercial con Chile y si Brasil comienza a gran velocidad a introducir mayores liberalidades en su comercio exterior.
Eso puede comprometer aún más la meta fiscal pero también agravar la recesión.
La falta de recuperación del consumo también complicará la recaudación nacional pero eso se trasladará las provincias que recibirán menos recursos de coparticipación y también complicará la gestión de los gobernadores. El gobierno puede seguir paralizando obra pública aunque debería, seriamente, analizar los bolsones de ineficiencia que impactan sobre el abultado gasto público argentino.