Más allá de la épica del relato oficial y de los constantes amagues para recrear la Junta Nacional de Granos, durante la década kirchnerista las grandes multinacionales retuvieron el control del negocio de exportación de productos agrícolas, y en 2014 concretaron más del 40% de los embarques. Aunque esta participación fue menor a la que tenían en 2005, el retroceso no fue a manos de las firmas nacionales debido a la irrupción de nuevos jugadores. China, sobre todo.
Según los datos de embarques de granos, harinas y aceites que publica el Ministerio de Agricultura, el año pasado Cargill se ubicó una vez más como la mayor exportadora, con 13% de los volúmenes. La firma estadounidense embarcó más de 8 millones de toneladas sobre un total de 63 millones de toneladas exportadas el año pasado.
Detrás, en este ranking, se ubicaron Bunge (10,2%), AGD (9,2%), Dreyfus (7,2%), Vicentín (6,7%), Nidera (6,25), Oleaginosa Moreno -controlada por Glencore- (5,6%), ACA (5,6%), Noble (5,1%) y Molinos Río de la Plata (4%). Las diez primeras exportadoras sumaron 72,5% de las cargas. En 2005 llegaban al 90%. Es decir, hubo una desconcentración del negocio. De todos modos, el orden en este ranking ha sido casi idéntico al que se registraba diez años atrás, en los albores del kirchnerismo.
Llama la atención que las grandes multinacionales, conocidas como grupo ABCD por la inicial de cada empresa (ADM, Bunge, Cargill y Dreyfus, a las que habría que sumarle a Toepfer y Glencore) hayan perdido casi 20 puntos porcentuales de la torta exportadora, cayendo de 62,6% de 2005 a 40,6% el año pasado. Esos veinte puntos equivalen a 15 millones de toneladas de granos, pellets y aceites.
¿Quién ocupó ese espacio? De la estadística oficial no surge una nacionalización, pues no fueron ni las empresas privadas argentinas ni las cooperativas. El primer grupo, conformado por AGD, Vicentín y Molinos, también cayó durante esta década, de 25,5 a 19,9%.
Más modesto, el sector cooperativo (conformado por ACA y AFA) incrementó de 5,7 a 7,6% su participación en la exportación de productos agrícolas (aunque en granos ACA se ubicó segunda, detrás de Cargill). Este magro crecimiento, de solo dos puntos porcentuales, desmiente que las cooperativas hayan sido el centro de atención de las políticas oficiales, como declaman los funcionarios kirchneristas.
¿Entonces quién se apoderó de parte del negocio que antes hacían las multis? En principio otra multinacional, pero de origen muy diferente. Se trata de la empresa estatal china Cofco, que aquí irrumpió como un jugador importante a partir de tomar el control de Nidera y Noble, que juntas explicaron 11,3% de los embarques de 2014.
Desde 2011, además, una empresa de Brasil viene creciendo y ya está dentro del Top 15. Se trata de Amaggi, que pertenece a Blairo Maggi, considerado “rey de la soja” en el vecino país. En 2014, la firma exportó 1,3% del total de granos y subproductos argentinos.
Otra porción de los negocios fue a parar a manos de algunas firmas de escasa trayectoria nucleadas en Capeco una cámara de exportadores creada en 2011 por el ex secretario Guillermo Moreno y presidida por el empresario ultrakirchnerista Ider Peretti. A través de esta organización, Comercio Interior deriva discrecionalmente parte de los permisos de exportación (ROE) de trigo y maíz.
Ninguna de estas firmas representa más del 1% de los embarques, pero en conjunto se llevan una tajada. Un ejemplo: Alimentos y Forrajes SA, que tiene un empleado, exportó en 2014 más de 100.000 toneladas de maíz, el 0,15% del total.
También con volúmenes pequeños figuran empresas de insumos agrícolas que exportan los granos que reciben de los productores en los planes canje. El caso más significativo es la petrolera estatal YPF, que en 2014 exportó 736 mil toneladas de granos, pellets y aceites, equivalentes a 1,16% del total.
Sólo 15% tiene valor agregado
Según una nota publicada en el Cronista Comercial, las exportaciones argentinas de bienes agroindustriales superan los U$S 40.000 millones anuales y representan más de la mitad de los envíos al exterior. El complejo es el único con balance neto de divisas positivo y, a pesar de que el país creció en su inserción internacional en el mercado global, no logró revertir su condición de granero del mundo, según se desprende de un análisis de la Fundación INAI (Instituto para las Negociaciones Agrícolas internacionales).
La publicación destaca que, pese a que el sector defenderá el indiscutible conocimiento que hoy hay detrás del grano que se exporta, que no implica mejoras de precio del commodity pero sí de los rendimientos, la realidad es que sólo el 15,4% de los bienes que el país envía al exterior son de “segunda transformación”, según explica el trabajo.
El grueso de las exportaciones del campo son de primera transformación (54%), especialmente aceite y harina de soja, seguidas por ventas de productos sin transformación (30%). “Con una estructura exportadora concentrada en las primeras etapas de las cadenas agroalimentarias, la Argentina se pierde la mitad de los intercambios globales, que en su mayoría corresponden a productos con una segunda transformación industrial”, indica el INAI.
Mientras el sector le endilga al gobierno nacional una participación protagónica en el camino hacia una etapa de crisis en la agroindustria, que en la actualidad asegura que sufre altos costos con precios en baja, los candidatos opositores hablan de agregar valor a este sector de la economía que es responsable, además, de buena parte de la recaudación nacional.
El propio kirchnerismo habla desde hace tiempo de “industrializar la ruralidad”, algo difícil en el contexto actual, con la consiguiente pérdida de oportunidades. Debido a la conformación de la actual canasta exportadora del campo, el valor unitario promedio de la tonelada exportada por la Argentina es inferior al promedio mundial.