La eterna tentación de buscar culpables

De las actividades humanas intentando buscar un culpable revela una forma clara de no asumir los propios errores.

La eterna tentación de buscar culpables
La eterna tentación de buscar culpables

En los modernos sistemas de gestión se tiene claro que es más importante detectar errores que buscar culpables, porque la mayoría de las veces esa actitud hace que estos se sigan repitiendo.

En nuestro modelo cultural, admitir equivocaciones se interpreta como un acto de debilidad y señalar o encontrar culpables para disimular fallas propias es visto como una actitud astuta, que suele ser premiada socialmente.

Lo cierto es que hace muchos años que en Argentina venimos repitiendo los mismos errores, corregidos y aumentados. No rectificarlos a tiempo hace que alguna crisis coyuntural se termine transformando en estructural.

Hace días la Legislatura aprobó un sistema de financiamiento para un Fondo anticíclico hacia la industria vitivinícola. En todos los debates aparecieron las víctimas (supuestas) y los victimarios (supuestos). Y para no complicar a nadie tuvieron la suerte de encontrar culpables. Entre ellos se destacan los precios internacionales, las retenciones a las exportaciones, los costos de fletes, las cargas sociales y otros menores, por las dudas que faltara alguno.

En ninguna parte del debate, los legisladores de todos los partidos que aprobaron nuevamente fondos públicos para la industria, interrogaron sobre las causas reales, que están dadas por la caída continua del consumo.

Aparentemente no quisieron profundizar porque habría que declarar culpables a los consumidores por cambiar sus hábitos de consumo.

Tampoco los legisladores interrogaron acerca de las medidas que tomará el sector para corregir los problemas, que son propios, para que la sociedad no tenga que volver a financiar errores de decisiones empresarias.

Tampoco ninguno de los actores asumió sus propios desaciertos, sino que prefirieron señalar los de los demás.

Por esa razón, como nadie asume errores propios, la ayuda estatal permite no tomar decisiones, a la espera de la próxima crisis.

Otro caso parecido se ha dado al tratar de buscar las causas de la inflación. Sabido es que el Índice de Precios al Consumidor de enero superó el 2,9% y que para febrero se espera un índice cercano al 4%. Todas las explicaciones de los técnicos, asigna las causas de estos aumentos a los incrementos de los precios regulados por el gobierno, especialmente las tarifas de servicios públicos. Incluso, el nuevo aumento de los combustibles se debe al incremento de los impuestos que los gravan, los cuales son indexados por inflación.

Queda claro que las causas principales de estas subas de precios son decisiones del Estado que necesita pagar menos subsidios y de esta manera generar una recomposición de precios relativos y aliviar la situación fiscal. Estos aumentos de tarifas, lógicamente, se trasladan a todo los precios porque impactan en todos los procesos productivos, aunque de distinta manera en cada caso, según la importancia que cada uno tenga en la estructura de costos de las empresas.

Finalmente, cuando los funcionarios debieron explicar las causas de la inflación, encontraron un culpable. El precio de la carne. Culpable: la vaca. Por supuesto, el pobre animal no se puede defender, pero vale aclarar que es verdad que la carne ha tenido una fuerte suba en el mes de enero y febrero, cercana al 50% en el ganado en pie negociado en el Mercado de Liniers. Y las causas están explicadas por el atraso que registró la carne el año pasado, que solo subió un 25% y comenzó a recuperar ante la necesidad de los productores de compensar los mayores costos impositivos y fletes. Además, tuvieron primero sequías y luego inundaciones y ahora se juntó el problema de costo financiero que hace imposible acceder a capital de trabajo. Esto está generando un problema a futuro porque para financiarse los productores están mandando a faena mucho mayor porcentaje de hembras, lo que significa que tendremos menos posibilidades de producción a futuro y vamos camino a una reducción de stock.

Con todo, el aumento del precio de la carne puede incidir en un 1% en el índice final de precios, pero es señalado como el culpable por los funcionarios del Estado, que son los responsables de los aumentos tarifarios, que representan casi 3% en el índice general.

En síntesis, esta práctica fácil de eludir errores o responsabilidades, desviar el foco de atención y buscar culpables por otro lado, tiene por objeto cambiar la dirección del ojo crítico de la comunidad o de los analistas, pero como siempre, son tan burdas que rápidamente quedan al descubierto.

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