Ocho menores relacionados al clan LaBarón, la familia de mormones que el lunes fue masacrada en México, lograron sobrevivir al ataque armado que acabo con nueve personas. Los pequeños, entre ellos varios bebés, lograron escapar del ataque gracias a la reacción rápida y la ayuda de su madre.
Los investigadores creen que una de las mujeres escondió a su bebé en el suelo de su camioneta Suburban antes de salir del vehículo agitando los brazos. La mujer se habría apartado de vehículo para distraer a los hombres ya que su cuerpo fue hallado a unos 15 metros del coche.
Según el relato de una de los familiares, Kendra Miller, Devin Blake Langford, de 13 años, fue uno de los pocos que no sufrió heridas y en seguida se hizo cargo de la situación, llegando a caminar 22,5 kilómetros de regreso a La Mora para pedir ayuda.
"Después de presenciar como su madre y sus hermanos morían baleados, Devin escondió a sus otros seis hermanos entre los arbustos y los cubrió con ramas para mantenerlos a salvo mientras iba a buscar ayuda", contó Miller.
"Como tardaba mucho en regresar, su hermana de 9 años dejó a los otros cinco" y se marchó a pedir auxilio. La niña, Mckenzie Rayne Langford, caminó durante horas a oscuras y la encontraron varias horas después de que los demás fuesen rescatados.
Estuvieron solos desde cerca de las 13:00 horas, cuando comenzó la emboscada, hasta alrededor de las 19:30, cuando fueron rescatados. Familiares en La Mora intentaron llegar a ellos antes, pero se detuvieron ante los disparos. En la zona del ataque hay una guerra territorial entre cárteles.
En grabaciones de llamadas entre los rescatistas, se les puede escuchar discutiendo si era mejor arriesgar más vidas o esperar una hora o dos a la llegada del ejército mexicano. Fue una decisión agónica.
Lo que vieron cuando encontraron a los niños era aterrador. Cody Greyson Langford, de 8 años, tenía un disparo en la mandíbula y sangraba de forma abundante. Otra niña sufrió balazos en el pie y en la espalda.
Al parecer, los asesinos eran miembros del cártel de Juárez y de su brazo armado, La Línea, cuyos pistoleros entraron al territorio del cártel de Sinaloa y establecieron un puesto de avanzada armado en una colina y una emboscada carretera arriba.
Juárez aparentemente quería enviar el mensaje de que controlaba la carretera a Chihuahua. En este panorama fue en el que adentraron las madres estadounidenses en sus tres camionetas.
Entre los fallecidos en la emboscada había una madre, sus mellizos de ocho meses, su hija de 10 años y otro hijo de 12. Otra madre yacía tendida en el asiento delantero de otro Suburban junto a los cuerpos baleados de sus hijos de 11 y 2 años.
Todas las víctimas estaban aparentemente relacionadas con la familia LeBarón de Chihuahua, cuyos miembros llevan años enfrentados a los narcotraficantes. Benjamín LeBarón, un activista contra el crimen que creó los patrullajes vecinales contra los cárteles en la localidad, fue asesinado en 2009.