“Nunca pensamos que íbamos a juntar tantos alimentos, nos sorprendió la solidaridad de todos en la escuela”, contaron emocionadas las alumnas de 5° 4° de la escuela Mercedes Alvarez de Segura, ubicada a cuatro cuadras del kilómetro cero de San Rafael. Es que hace dos semanas comenzaron a recolectar alimentos no perecederos como parte de un proyecto por el cual buscan ayudar a un comedor de un barrio urbano marginal para que continúe su tarea de alimentar a 80 niños, 40 abuelos y varias mamás embarazadas.
Así, los 27 alumnos del curso -26 chicas y un varón, aclaran- se pusieron manos a la obra con la profesora de la materia Proyecto Integrado, Gabriela Gil, en conseguir lo necesario para ayudar a Hilda y Raquel, las dos mujeres que llevan adelante el comedor “Carita feliz”, ubicado en el barrio El Molino.
“Todo empezó porque escuchamos en la radio que este comedor no tenía para alimentar todos los días a tantos niños y que pedían ayuda. Nos sorprendió saber que le dan de comer a 80 niños y que hay 22 de ellos en estado de desnutrición”, contó Denise González, una de las estudiantes.
Entonces, se organizaron para recolectar la mayor cantidad de alimentos no perecederos posibles. Primero, le contaron a toda la escuela la situación del comedor y su interés en colaborar; luego armaron dos grupos para juntar las cosas: uno en el turno mañana y otro en el turno tarde.
“Como incentivo se nos ocurrió una especie de trueque, así el curso que traiga más alimentos o ropa será quien gane un premio que es una merienda especial”, contó Agustina Márquez. Así, comenzaron a recibir inmediatamente los aportes de los alumnos de toda la escuela, incluso “algunos se organizaron para juntar dinero, comprar alimentos en los mayoristas como fideos, harina, leche entre otras cosas”, agregaron Giuliana Riveros y Sofía Espinoza.
Pero la solidaridad pudo más que el estímulo de un premio -“que es algo sencillo, pensamos en un súper pancho con gaseosa para el curso ganador”- y en dos semanas lograron colmar una habitación de alimentos, ropa y juguetes que serán entregados a Hilda y Raquel para el comedor.
“La señora Hilda vino invitada por nosotras a contarnos de los niños a los que alimentan, de cuántos no tienen ropa, que hay muchos desnutridos. Fue muy triste saber que hay pequeños que atraviesan esta situación, llorábamos escuchándola”, afirmaron las chicas.
Para saber qué alimentos podían ser más necesarios para los niños, las jóvenes invitaron a la escuela a la nutricionista María Alejandra Díaz, quien les dio algunos puntos para compartir con la gente del comedor. “Nos dijo qué comidas eran mejores para los chicos que están desnutridos, cómo preparar los alimentos y un montón de cosas, hasta cómo lavarse las manos que vamos a compartir con los chicos a través de dibujos porque muchos son chiquitos y no saben leer”, indicaron Abril Gil y Constanza Espinoza.
El proyecto superó las barreras de la escuela, ya que instalaron el pedido de solidaridad en las redes sociales y mucha gente les alcanzó desde ropa, mantas y alimentos hasta juguetes. Y las chicas además harán su aporte personal, con diversos productos como harina, leche en polvo, latas de atún y de picadillo de carne, huevos y avena. Algunas redoblarán la ayuda con su granito de arena representado en productos de limpieza, chorizos, latas de conserva o útiles,
“Sentimos mucha emoción de ver la respuesta de todos los alumnos y los profesores, nos sorprendió lo solidarios que podemos ser sin que conozcamos a quien lo necesita”, dijeron. Y agregaron: “Emociona y nos da mucha felicidad saber que nuestra escuela es muy solidaria, nunca pensamos que lograríamos juntar tantas cosas”.
Mañana las chicas se organizarán con los padres que puedan colaborar para llevar al comedor los alimentos recolectados. “Queríamos ir todas, pero todo dependerá de la cantidad de papás que puedan llevarnos en sus vehículos”.
"Caritas felices" en un barrio urbano marginal
El comedor “Carita Feliz” funciona en el barrio El Molino, ubicado a unos 7 kilómetros al sur de la ciudad de San Rafael. Nació por la iniciativa de Hilda Rodríguez y Raquel Mercado durante las vacaciones de invierno de 2015, cuando al ver las necesidades de sus vecinos y de niños de zonas aledañas comenzaron a servir la merienda a unos 30 pequeños del barrio. A la semana ya eran cerca de 90 los niños que asistían. Luego se sumaron mujeres embarazadas y abuelos.
Comenzaron con lo que tenía cada una, compraron una bolsa de harina, otra de azúcar y varios paquetes de yerba, y luego se difundió su tarea y la gente empezó a ayudarles con donaciones.
El comedor se encuentra en el callejón Libertador, del barrio El Molino. Quienes quieran colaborar pueden comunicarse al 260-154050700.