El ayer y el hoy se vivieron con emoción y sonrisas en la fiesta del aniversario número 100 de la escuela N° 1-110 Manuel Láinez, de la Quinta Sección.
El establecimiento se ubica en la calle Luzuriaga, entre Olascoaga y Coronel Rodríguez, y su centenario se festejó en la calle, en atención a que sus patios no hubieran permitido el despliegue de bailes, la actuación de la Banda de Música de la Policía y la presencia de los asistentes.
Concurrieron ex alumnos, directores y docentes de antaño, los familiares de los alumnos actuales y las autoridades de la Dirección General de Escuelas, encabezadas por su titular, María Inés Abrile de Vollmer. La anfitriona fue la directora Sandra Rivas, de larga trayectoria en esta escuela.
La Láinez debe su nombre a un hombre público que impulsó la creación de escuelas en todo el país, para torcer el brazo a la incapacidad de leer y escribir de muchos habitantes de principios del siglo XX (ver aparte).
La institución fue creada en 1914 en el convento de los Hermanos Terciarios Franciscanos, iniciándose como una escuela infantil simple. Su denominación inicial fue Primitivo de la Reta; en 1920 pasó a llamarse Benjamín Matienzo, y en 1938 se optó por el nombre actual, Manuel Láinez.
Como tantas otras instituciones de su tipo, la Láinez funcionó en distintas locaciones a lo largo del tiempo: primero, hasta 1931, en San Martín 388; hasta 1938 en Pedro Molina 361; y luego pasó a Pueyrredón 12, donde funciona en la actualidad una casa de comidas, cuyo dueño -el ingeniero Alejandro Francisco Melis- conserva el mástil histórico, que se propone restaurar. En la vecindad funcionaba además la famosa Quinta Agronómica.
Como ese lugar no era suficiente para el desarrollo de actividades educativas, el gobierno del entonces gobernador Blas Brísoli decidió construir un nuevo edificio en la calle Luzuriaga 260, que se inauguró el 2 de marzo de 1950.
El inmueble cuenta con 10 aulas, en las que funcionan 20 grados entre los dos turnos, albergando a 490 alumnos.
Uno de sus alumnos fue el capitán de fragata Pedro Giacchino, el primer fallecido en la guerra de las Malvinas en 1982. Hoy la biblioteca escolar lleva su nombre.
El edificio no dispone de todo el espacio que desearían quienes trabajan allí, pero no obstante la sede es compartida con la escuela artística 5-002 Adela Ponce de Bosshardt (legendaria encargada de sociales de diario Los Andes) y el jardín nucleado 0-142 Agnes Gonxha.
Baile sobre el asfalto
La fiesta de ayer, abierta a la comunidad barrial, fue amenizada por la Banda de Música de la Policía Cabo 1° Gustavo Ramet, cuyo titular, el suboficial principal Alberto Cambria, también hizo la primaria en la Láinez, al igual que su madre y su hijo.
Otra ex estudiante feliz y presente en la fiesta fue la reina de la Vendimia de Capital, Julieta Cazorla, quien realizó la ofrenda floral al patrono, junto con el alumno Julián Zoia.
Dos ex alumnos arrancaron aplausos con sus discursos. Martín Ferrer (15), joven con discapacidad, hoy cursando en el Departamento de Aplicación Docente (DAD) de la Universidad Nacional de Cuyo, cosechó muestras de simpatía. La restante oradora fue Ñushpi Quilla
Mayhuay Alancay (24), representante aborigen y estudiante de Abogacía, quien dijo que en la Láinez siempre encontró respeto y comprensión hacia los pueblos indígenas.
Entre los invitados estaba la docente Elsa Diez de Oñate (90), quien disfrutó de toda la ceremonia junto a ex colegas. Contó que enseñó en primer grado infantil desde 1954 a 1976. “Fui maestra de padres, hijos y nietos en una misma familia”, dijo con una sonrisa.
La fiesta terminó con música y baile sobre el aslfato. Primero fue la cueca “Pongale por las hileras” y luego una chacarera, para rematar con una amena recreación de la vida de Láinez a cargo de los alumnos del colegio.
La vecina Carmen Galipienzo, que observó todo el desarrollo de la ceremonia desde el porche de su casa, comentó que es un orgullo tener a la escuela en el barrio “aunque los chicos sean un poco bulliciosos”.
El periodista que luchó contra el analfabetismo
Manuel Láinez fue periodista y legislador, prestando valiosos servicios a la Nación.
Comenzó su carrera de periodista desde muy joven y la ejerció durante toda su vida. En 1881 fundó el combativo periódico El Diario, cuya dirección ejerció hasta su muerte, acaecida el 4 de marzo de 1924.
En sus escritos, Láinez puso énfasis en el desarrollo de la enseñanza para el progreso republicano, a partir de la instrucción pública y la cultura.
Desempeñó importantes cargos, y su actuación en la diplomacia la culminó en 1919 como embajador extraordinario ante Italia y Francia.
Además, fue diputado nacional y también senador. Desde la Cámara Alta coronó sus patrióticos esfuerzos proyectando y haciendo aprobar, el 30 de setiembre de 1905, la norma que lleva su nombre, la Ley Láinez (4874), que permitió abrir escuelas nacionales en las provincias que lo solicitasen.
El legislador impulsó el proyecto debido a la gran cantidad de niños analfabetos que había entonces. Estas escuelas fueron distribuidas en lugares en los que la tasa de analfabetización era más alta, y significó un vital instrumento para la integración y formación nacional de indígenas, criollos e hijos de inmigrantes, por medio de la educación pública, gratuita y obligatoria.