La era del messinismo ilustrado

Cerca de cumplir los 29 años, Messi es un adulto plenamente responsable de sus actos. En el campo de juego, un crack superlativo. Fuera del escenario de sus dones artísticos, se convierte en un ciudadano como cualquiera. No puede estar ajeno -entonces- a

La era del messinismo ilustrado

De impoluta a salpicada por denuncias, la imagen de Lionel Messi como paradigma del deportista intachable quedó en suspenso hasta que se aclare su grado de vinculación con el escándalo de los Papeles de Panamá. No es novedosa esta situación para el ámbito familiar y el entorno del astro futbolístico en España, donde Hacienda le investiga los compromisos con el fisco desde hace unos cuatro años, aproximadamente.

Sí causó extrañeza en la opinión masiva sudamericana, para la cual el extraordinario futbolista representaba un ejemplo de valores en estado puro. El impacto sobre el amor propio del jugador también ha causado sorpresa: sus performances desde la divulgación del hecho coincidieron con una merma de rendimiento sobre las canchas.

Un efecto psicosomático, quizás. Y un golpe duro para el ecosistema que rodea a la estrella en el sentido amplio del término: publicitario, marquetinero y del mundillo del espectáculo, además de lo exclusivamente deportivo.

Cerca de cumplir los 29 años, Messi es un adulto plenamente responsable de sus actos. En el campo de juego, un crack superlativo. Fuera del escenario de sus dones artísticos, se convierte en un ciudadano como cualquiera. No puede estar ajeno -entonces- a qué sucede con el destino de sus ingresos, los cuales lo convierten en el futbolista mejor pago del mundo: 74 millones de euros al año, según la publicación francesa France Football.

Aunque de ninguna manera sea un experto en finanzas, sí lo son aquellos profesionales especialistas que lo asesoran en el rubro de los números. Y aquí es donde la Justicia española ya había puesto el ojo en 2012 a partir de una imputación por tres delitos contra el Estado producto de las declaraciones del impuesto a la Renta de las Personas Físicas en el período 2007, 2008 y 2009. En conjunto, la presunta defraudación a la arcas españolas era de 4.100.000 euros.

En medio del pasado Mundial de Brasil, en 2014, el juez interviniente en la causa determinó que había "indicios suficientes" como para que Leo nunca "estuviera al margen de la gestión económica, contractual y tributaria de los ingresos que generaba".

Al haber tomado trascendencia pública tal situación, la voluntad del jugador para solucionar el diferendo permitió que se pudiera ir reduciendo el conflicto a partir de las multas pertinentes. Y es aquí donde entró a tallar la influencia de los asesores financieros, quienes plantearon la creación de un grupo de empresas radicado en países de baja fiscalidad, desde donde se pudiera manejar el monto de "derechos de imagen" del jugador con el fin de una reducción del pago de impuestos.

Los Messi, padre e hijo, muy probablemente sin medir el alcance de tamaño entramado, quedaron atrapados paulatinamente en una red de intereses ajenos a su propia toma de decisiones. Después, ya no pudieron despegarse.

El cinco veces Balón de Oro, máximo galardón otorgado al mejor futbolista del año, vivió arropado en un mundo de ensueño durante toda su etapa ascendente y exitosa en la parte deportiva. Un espacio que bien podría definirse como Messilandia, en el cual toda fantasía se convierte en realidad. Y allí, en esa región difusa entre la lógica y la faz inconsciente, el reinado se expandió desde Barcelona hacia el resto del planeta.

Una era del messinismo ilustrado inundó los cinco continentes hasta convertir al oriundo de Rosario en un paradigma del deporte cual si fuera un émulo de las deidades del olimpismo de la Antigua Grecia. Y sin embargo, nada mejor que este tipo de experiencias fundantes para que el eximio artista de la pelota se sienta parte del mundo común de los mortales.

El fútbol, en suelo sudamericano, es una arena de identidades en las cuales se proyectan sueños y esperanzas en una relación simétrica con los éxitos y los fracasos tanto individuales como colectivos. Y se fue convirtiendo de motu proprio, desde ya, en un lugar de encuentro entre el hecho social y el de mercancía, con más complementariedad que antagonismo. Por eso, fue construyendo un espacio propio en vez de haber sido sólo un reflejo de penetración y copia de un modelo exógeno.

Messi es, hoy día, un producto premium por donde se lo mire. Y él mismo debe captarlo: nada mejor que reconocer errores y enfrentarse a las consecuencias que convertirse en el resultado de una ecuación que se limite a la oferta y la demanda del mercado. Como ahora, cuando advierte que detrás del maquillaje de la idolatría existe un territorio más amplio y fascinante: el de ser humano, verdadera y genuinamente humano.

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