Las declaraciones del futuro ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación, Ricardo Buryaile, permiten mirar con una cierta dosis de optimismo para la actividad vitivinícola en razón de que sólo la eliminación de las retenciones a las exportaciones permitiría a la industria “recuperar” unos 50 millones de dólares anuales.
Una cifra que, dada la fuerte crisis por la que atraviesa la actividad, aparece como mínima, pero al menos es un paso positivo que podría ampliarse si se adoptan otras medidas que está esperando el sector.
De acuerdo con una información publicada por Los Andes, en el actual régimen de reintegros por exportaciones, la Nación devuelve al exportador el 6 por ciento del valor FOB de la mercadería exportada para el vino embotellado y el 5 por ciento en el caso del vino a granel.
Sin embargo, en promedio el trámite tiene una demora de seis meses, con promedios en los últimos años que han sido superiores, de acuerdo con las “disponibilidades” con que contaba la Nación.
Días pasados, el futuro ministro anticipó que su gestión abarcará a “todas las economías regionales”, advirtiendo en ese concepto que “usualmente los títulos se los llevan la soja, el trigo y el maíz por volumen y prepotencia en la facturación”, agregando que la competitividad no se gana solamente por el tipo de cambio, en razón de que tiene diversos factores y cada uno de ellos es importante, como los caminos, ferrocarriles, vías fluviales, comunicaciones y el drenaje”.
Dijo entonces, refiriéndose específicamente a las retenciones, que “Macri hizo un compromiso político con la sociedad y no queremos que sea sólo una promesa de campaña”.
De acuerdo con lo que señalan los sectores de la industria, la eliminación de las retenciones es un paso importante pero no el único que se debe dar para superar la crisis del sector.
Sucede que los caldos vínicos argentinos perdieron competitividad en los mercados internacionales, como consecuencia de una inflación interna importante y un dólar desfasado.
“A nosotros los costos nos subían en pesos, pero el dólar estaba planchado”, dijo un industrial, quien agregó que la solución no pasa por una devaluación en razón de que también muchos de los insumos que utiliza la industria son importados.
Estimó, en ese concepto, que podría pensarse en un dólar diferencial para las economías regionales, recordando entonces que en la Argentina, entre 2006 y 2015, el aumento de costos, en dólares, fue del 150 por ciento, mientras que en Chile, en nueve años, fue del 10 por ciento”.
Otro de los aspectos a abordar es el del transporte. Tal como lo hemos señalado en oportunidades anteriores, transportar el vino desde Mendoza hasta el puerto de Buenos Aires sale más caro que desde Buenos Aires hasta el puerto de Hamburgo.
Buryaile ya está advertido de la situación y así lo reflejó en sus afirmaciones, al hacer mención a la posibilidad de mejoras en los ferrocarriles. Pero lo que sucede es que todo lleva a indicar que la mira está centrada en el denominado Belgrano Norte y no se ha hecho mención a otras zonas del país.
A través de la Corporación Vitivinícola la industria solicitó una audiencia con el futuro ministro y, al decir de algunos dirigentes, el planteo también debe considerar el tema de los impuestos y los aportes por trabajador teniendo en cuenta, en este último caso, que se trata de una actividad con mano de obra intensiva y, de no haber soluciones, “muchos van a suplantar a trabajadores por maquinarias y se perderán puestos de trabajo”. Es de esperar, en ese marco, que las gestiones de los representantes de la industria tengan el final esperado.