Creo que nadie puede negar el fracaso que han tenido las gobernaciones provinciales en las últimas décadas, intentando mejorar la calidad de vida de los comprovincianos, a través de generar inversiones, desarrollos y obras. Deduzco que las autoridades han creído que con más trabajo y mayores ingresos, la vida sería mejor, más "digna". O sea que la dignidad se podría lograr con mayores recursos económicos "per cápita". Pero el deterioro del poder adquisitivo ha ido avanzando de manera constante hasta llegar con fuerza a nuestros días y nos hace suponer que estaríamos condenados a pasar una vida "indigna".
Estoy convencido que todos los gobiernos provinciales que recuerdo, incluso el actual, han errado, por lejos, la elección del medio para lograr el objetivo que conduzca a obtener una vida digna para con nosotros. El único camino es incorporar la educación social.
Tenemos una sociedad con distintos niveles de instrucción. Algunos profesionales otros solo con los estudios primarios pero puestos en la calle no hay diferencias. Ilustres abogados del medio tiran al piso sus etiquetas de cigarrillos mientras caminan por Pedro Molina; doctores de un hospital de Godoy Cruz se anteponen en las cola bancaria aduciendo "apuros laborales" y luego salen y toman café en un bar cercano; políticos de turno dan la vuelta en "U" en calle Sarmiento saliendo de una sede partidaria, o policías que hacen caso omiso al paso de un semáforo en rojo, o agentes municipales que a requerimiento de ciudadanos afectados dejan "pasear amenazadoramente" a perros callejeros con dueño conocido. Y así los ciudadanos anónimos transforman la vida de la calle en una jungla donde todos se comportan inadecuadamente menos "yo".
Abusadores, ventajistas, indiferentes, infractores, evasores, ladrones, explotadores, vagos, irrespetuosos, inescrupulosos, contestatarios, rebeldes. Así somos. No tenemos buena conducta y convivencia social, sumado al difícil pasar económico, llevamos un diario vivir tenso, nervioso, angustiante.
Para revertir esta situación y lograr dignidad, en la pobreza y en la riqueza, necesitamos educación. Base de toda sociedad civilizada y punto de partida para un crecimiento sólido en la buena relación entre las personas, el desarrollo laboral y la sustentabilidad económica y ambiental. Pero no solo con Matemáticas, Lengua, Historia y otras asignaturas humanistas y científicas, sino también con formación social y cívica de una manera programática y curricular, aplicada desde el primero al último día de clases.
Desde los 4 hasta los 18 años y con acompañamiento obligado de las familias, para que nos permita avanzar en grandes cambios culturales.
Así como aprendemos que 2 más 2 es incuestionablemente 4, también debemos aprender a fuego nuestros deberes y las penalidades que sufriremos por no acatarlos y los derechos, como ejercerlos y hacerlos cumplir. Debemos actuar por convicción y no por el temor a ser reprimidos. Convencidos que cumplir con las normas, códigos y leyes es lo mejor que podemos hacer por el bienestar de todos y no "ser obedientes" por miedo a la penalización.
Para que esta nueva y complementaria forma de educar sea efectiva y trascienda el gobierno de turno, debe estar sustentada en una política de Estado. Debe ser consensuada por todas las partes intervinientes, generando una ley que dé marco y obligue a la asignación de los recursos presupuestarios que le brinden sustentabilidad, comenzado por definir contenidos, formando docentes, funcionarios públicos y agentes del orden. Todos ellos, garantes de la educación y el control. E inmediatamente después, instruir al ciudadano y ejercer un control estricto sin tolerancia.
Seguro que se necesitarán más docentes, más horas de clases y escuelas, doble escolaridad, mejores funcionarios públicos de planta y políticos. Y Ley de Tránsito; códigos contravencional y de convivencia urbana; manejo de residuos; la importancia del agua; manejo del fuego; sexualidad; funcionamiento de los entes reguladores de los servicios públicos; cuidado de las mascotas; alcances de los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo: su función específica, composición y funcionamiento; acceso a la salud; obligatoriedad de vacunación; idioma inglés y convivencia bajo la ley de propiedad horizontal. Estos son algunos de los grandes temas que debemos conocer para ser ciudadanos dignos y de primera, y de esa formar ejercer nuestros derechos, cumplir con las obligaciones y hacernos cargo de las penalidades.
Esperemos que las altas autoridades de la provincia y los nuevos aspirantes políticos, quieran ser parte de este "duelo para grandes", incluyendo el debate de esta propuesta en sus plataformas.
Los beneficios serán superiores a cualquier monto dinerario. Disminuiremos los conflictos originados en el desconocimiento o inadecuada información; exigiremos con la autoridad que da el saber, controlaremos el adecuado accionar de las instituciones, mejoraremos la convivencia en el trabajo y la vía pública y en todos los lugares de orden público. Todo bajo la atenta mirada tutelar de los "agentes del orden" que serán la "respetable autoridad" por su sapiencia en todos estos temas, adquirida a base estudio y por su obligada función de hacer cumplir la ley.
La educación integral es algo reservado para dirigentes con visión, voluntad y acción de estadistas. Su implementación sustentará las bases de una nueva sociedad llamada a ser de las más avanzadas del Cono Sur, con cimientos sólidos y capaz de sostener sobre sí cualquier modelo de desarrollo y de forma casi independiente de los avatares del Gobierno nacional. Esperemos que haya dirigentes preparados para entender esta transformación y encaminarnos a dignificar a la sociedad mendocina.