La educación sigue en deuda

Desde hace varias décadas que la educación argentina viene decayendo. Ya no cumple bien sus funciones tradicionales.

La educación sigue en deuda
La educación sigue en deuda

La Argentina fue un ejemplo en el mundo por su sistema educativo. La ley 1420, asegurando educación gratuita y laica también puso, en su momento, un punto elevado dado que por su calidad y amplitud permitía que los hijos de los nativos y de los inmigrantes accedieran a sus servicios. Los sectores más humildes vieron a sus hijos convertirse en profesionales e investigadores. Hasta la década de los ‘70 la movilidad social ascendente fue garantizada por la calidad de la educación.

Pero desde entonces, y por diversas causas sobre todo políticas, esa calidad fue cayendo pese a que los presupuestos nunca descendieron demasiado. Las diversas crisis le fueron cambiando a las escuelas sus objetivos, mientras que la modernidad hizo lo suyo. Los políticos la usaron como eje de políticas sociales (como dar de comer) y los padres la usaron como depósitos de hijos, olvidando que la educación básica es la que se genera en el hogar.

En los últimos años se vio mucho más la distancia existente entre la escuela y la realidad. Ya en la década de los ‘80 se aceptaba que de todo los que los chicos aprendían, solo el 25% lo aportaba la educación formal mientras que el resto venía del sistema no formal, donde los medios de comunicación jugaban un rol fundamental.

Desde ahí hemos atravesado diversas reformas para tratar de adecuar el sistema. Hoy en la escuela argentina conviven tres sistemas: los que enseñan a saber, los que enseñan a hacer y los que enseñan a pensar.

Hay muchos reclamos acerca de las capacidades con las que egresan muchos estudiantes. Incluso, se cuestiona que haya exceso de oferta de carreras humanísticas que no tienen salida laboral, salvo en el Estado, al cual le sobran empleados y solo requiere especialistas, ya sean médicos, docentes, policías y algunos más que, además, deberían pasar por cierto grado de especialización para acceder a la función pública.

Hoy han cambiado las forma en que el conocimiento llega a los alumnos. La informática y la tecnología en las comunicaciones han aparecido como vehículos de información pero llegan antes a los alumnos que los maestros.

En las últimas pruebas Aprender, que es una evaluación cualitativa que hace la Nación, se decretaron problemas para el aprendizaje de las matemáticas y para ello se puso un especial énfasis en generar cuadernillos a fin de apoyar a los docentes. Hay que recordar que las matemáticas, más que enseñar a hacer operaciones, entrenan a los alumnos en un método de pensamiento lógico, que luego debe servirles en la vida.

La lengua, por su parte, se les enseña para leer y escribir pero, sobre todo, para saber expresarse y comunicarse. De ahí la importancia de los entrenamientos en lectura.

Aunque no se usa como se debería, la técnica del teatro es fundamental para ayudar a la capacidad de expresión.

Hoy el desafío pasa por establecer una vinculación cada vez mayor entre la escuela y la universidad con empresas y organismos demandantes. Los sectores que hoy más demandan y no tiene una oferta suficiente son los tecnológicos, de ahí el acento puesto en apoyar a estudiantes de ingenierías y de sistemas de información.

Es cada día más importante que la escuela sepa lo que las empresas necesitan pero entendiendo que, como la escuela prepara para el futuro, los programas educativos más que centrarse en saberes del momento, deben entrenar a los jóvenes para tener flexibilidad y apertura mental a fin de poder adaptarse a un proceso de cambio constante que genera nuevos desafíos como efecto del cambio tecnológico.

Todo esto debe venir de la mano de los conceptos cada día más demandados de sustentabilidad y responsabilidad social.

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