Varios aspectos se han concatenado en los últimos días y han motivado que la educación vuelva a colocarse en uno de los centros de discusión, a pocos días del balotaje del cual surgirá el futuro presidente de la Nación. Uno de los temas, sin duda, lo dio la controvertida decisión del Senado de la Nación de sancionar una norma legal sobre el ingreso irrestricto a las universidades, que llevaba dos años en los cajones de los escritorios de los integrantes de la Cámara alta, ya que la media sanción había sido dada en Diputados en 2013. El restante, la inversión que cada una de las provincias destina a los alumnos y que deja a Mendoza en un plano muy cercano a la media nacional, aunque con diferencias abismales respecto de lo que se destina en otras provincias, como Tierra del Fuego, Santa Cruz o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Dentro de ese panorama, y a pesar de que lo que el Estado Nacional destina a la educación se ha incrementado sustancialmente en los últimos años, queda un déficit en la calidad educativa que ha motivado que el número de estudiantes en escuelas privadas se haya incrementado, en detrimento de la escuela estatal, que ha perdido inscriptos en la última década.
Hay aspectos y buenas intenciones que no se pueden discutir respecto de medidas que se han adoptado a lo largo de la actual gestión de gobierno. Uno de ellos es el de la necesidad de inclusión del alumno en el ámbito escolar, en la intención de que, de no estar en la escuela, el niño o el adolescente no quede a expensas de los peligros de la calle. Sin embargo, ello no es óbice para que, en el afán de “incluir”, se relaje la disciplina y el respeto por la autoridad del docente o de los directivos, lo que en definitiva termina siendo perjudicial y afecta la calidad de la educación. Tampoco se puede discutir el otorgamiento de notebooks porque permite que todos los chicos, cualquiera sea su condición social, puedan acceder a las nuevas tecnologías. Es el caso también de la exigencia de la asistencia a las escuelas en los casos de planes sociales. Pero los resultados han demostrado que hay falencias en el plano de los resultados que es necesario solucionar.
Precisamente el de la disciplina puede ser uno de los motivos por los cuales hay un trasvasamiento de alumnos desde la escuela pública hacia la privada, a lo que debe agregarse el hecho de que, por lo general, los chicos de estos últimos establecimientos cuentan con más días de clase que los estatales, lo que les permite llegar con mayor facilidad al cumplimiento de los planes de estudio. Según un informe, desde 2003 las escuelas primarias públicas perdieron a uno de cada diez inscriptos, mientras las privadas aumentaron su caudal en 25 por ciento. Decir, como argumenta el Gobierno, que ello es el resultado de un mayor crecimiento de la clase media es una falacia, porque un mejor crecimiento económico no implica, necesariamente, elegir la escuela privada. Es más, según el profesional Mariano Narodowski, en muchos de los casos las clases medias empobrecidas destinan una parte importante de sus escasos ingresos para pagar cuotas escolares, desaprovechando inclusive las vacantes que se producen en las escuelas públicas.
El ingreso irrestricto a las universidades también es un tema de discusión porque no tiene como conceptos la mejora educativa, sino más bien el de impulsar el facilismo y la demagogia y no hará más que condicionar los criterios que podría adoptar el próximo gobierno para la educación superior. Y en cuanto a la inversión en educación por alumno habría que considerar que no se trata de la cantidad de dinero sino de los contenidos de la educación, ya que hay una gran diferencia entre los 76 mil pesos que destina Tierra del Fuego por alumno y los poco más de 14 mil de Salta, pero no creemos que un alumno fueguino termine sabiendo, al final de su carrera, cinco veces más que uno salteño.
En síntesis, la educación es un tema profundo que trasciende la gestión de un gobierno, razón por la cual deber ser objeto de atención de toda la dirigencia política, no sólo de quienes asuman las responsabilidades después del 10 de diciembre. Una tarea que exige un profundo compromiso, porque lo que está en juego es el destino de las futuras generaciones.