Parece que las tendencias socioculturales que marcaron la segunda mitad del siglo XX siguen vigentes para los adolescentes del siglo XXI. Ello se deriva de un estudio basado en datos recogidos por las pruebas Pisa que, además de evaluar a chicos de 15 años en Lengua, Matemáticas y Ciencias, les propone una encuesta sobre distintos tópicos.
Como la prueba se realiza periódicamente, permite analizar continuidades y discontinuidades de comportamientos e imaginarios en diferentes países.
La investigación comparó las respuestas entre 2000 y 2018 sobre aspectos vocacionales: cómo imaginaron su futuro profesional quienes fueron evaluados.
Las dos primeras décadas del nuevo siglo han estado marcadas por las nuevas tecnologías. No sólo cambiaron nuestra vida cotidiana, también afectaron con fuerza el mundo del trabajo. No son pocos los investigadores que han advertido que en los próximos años desaparecerán muchos de los trabajos que conocemos. O para decirlo de otro modo: qué procesos más o menos robotizados o informatizados remplazarán la mano de obra humana.
Por tanto, se ha urgido a los gobiernos a preparar a esos trabajadores para otros empleos, que demandarán conocimientos de las nuevas tecnologías.
Todo ello se ha traducido en importantes presiones sobre el sistema educativo para que modifique su estructura y su programa porque, supuestamente, poco de lo que hoy se enseña servirá a los futuros trabajadores.
Pero si miramos el mundo actual desde las encuestas de la prueba Pisa, los adolescentes están pensando como si estuvieran a mitad del siglo XX.
Los varones siguen prefiriendo las ingenierías, la abogacía, la administración de negocios y el ámbito empresarial.
Las mujeres, por su parte, se inclinan por la medicina, la enfermería, la docencia, la psicología y el diseño.
Y entre los pocos que optan por carreras vinculadas con las tecnologías, la inmensa mayoría son varones.
El esquema se repite más allá de las diferencias sociales entre los encuestados y sin que impacte el rendimiento que hayan tenido en las pruebas Pisa.
Si el mundo para los adultos cambia demasiado rápido y los adolescentes siguen actuando como si poco y nada hubiera cambiado, ¿pueden tener razón los dos? O en otro sentido, ¿qué está viendo cada generación?
Tal vez los jóvenes entiendan que no hay mejor reaseguro, para un futuro relativamente incierto, que una carrera universitaria tradicional.
En ese caso, la amenaza para ellos no sería la posible brecha profesión-trabajo, sino quedarse en el camino y no concluir la universidad.
Por todo ello, es tan interesante lo que tienen para decirnos como el esfuerzo que hagamos por entender el mensaje de los mismos.
La Argentina supo estar durante muchas décadas del siglo XIX y del siglo XX a la vanguardia educativa de América Latina. El futuro era aquello que más interesaba en las aulas, tanto a los maestros como a los alumnos.
Hoy esa tendencia se ha revertido porque, a diferencia de aquel entonces, no estamos seguros de que habremos de tener un futuro mejor. Pero para recuperar la esperanza la educación es prioritaria.