La educación como eje del desarrollo

Si Argentina logra iniciar un proceso de desarrollo económico sostenido, será imprescindible capacitar para nuevos requerimientos laborales.

La educación como eje del desarrollo
La educación como eje del desarrollo

Argentina viene registrando un gran atraso en muchos sectores. El avance del gasto público improductivo y la suba de impuestos han herido de manera muy grave todo el entramado social del país y parece que no hubiera salida. Se plantea que el gasto público no se puede bajar para no generar daños sociales, mientras el sector privado expulsa gente y no se crean nuevos puestos de trabajo y aparece uno de los conceptos que más daño ha generado al país en los últimos años: el Estado sólo protege a sus empleados o asociados a expensas del sector privado, cuyo sacrificio no merece ningún tipo de atención.

El sector privado, si mejoran las reglas de juego, está en condiciones de dar una respuesta a la economía productiva del país, pero no puede darla sólo en los temas estructurales. Cuando la recuperación se acelere, para estar en condiciones competitivas, las empresas deberán incorporar nuevas tecnologías de producción y de gestión y esto implicará generar cambios cuantitativos y cualitativos en los futuros puestos de trabajo. Los nuevos trabajadores que se insertarán deberán poseer aptitudes técnicas, competencia digital, manejar más de un idioma y cualidades como aptitud para trabajar en equipo, tener autonomía, iniciativa y una gran proactividad sobre su propio desarrollo.

Para poder generar la masa crítica que las empresas necesitan se debe poner en marcha, en forma urgente, un programa educativo que contemple la formación de las nuevas generaciones pero que también involucre la adecuación de los actuales trabajadores para que puedan seguir dentro del mercado laboral. Y a los que quedaron afuera habrá que capacitarlos para que recuperen condiciones de empleabilidad. Todos, incluidos los universitarios, deben ser concientizados de que, dado el alto grado de avance tecnológico existente, la capacitación continua será una condición necesaria, aunque no suficiente, para que puedan estar insertos dentro del mercado laboral.

La calidad de las empresas del país dependerá de la calidad de las escuelas del país y por tal razón el tema educativo excede a los funcionarios y educadores y compromete seriamente a empresarios, sindicalistas y a los claustros universitarios. Un programa integrado va a requerir la participación activa de todos los actores, que deben partir de una visión estratégica compartida, porque si no existe una visión común de los desafíos que habrá que enfrentar en los próximos años será imposible cualquier esfuerzo. Los países que han encarado programas similares establecen plazos mínimos de 20 años pero con visiones de mayor plazo, con la flexibilidad necesaria para adaptarse a la velocidad del proceso de cambio.

La realidad a la que nos enfrentamos requiere un alto grado de responsabilidad. La mayoría de los actores que deban sentar las bases de un sistema de esta naturaleza seguramente no verán sus resultados. Su rol es plantar las semillas necesarias para que las próximas generaciones vean sus frutos, lo que implica que debe haber un compromiso de las clases dirigentes para sostener un programa de largo plazo, más allá de las eventuales crisis coyunturales que son esperables según los ciclos económicos.

No obstante las proyecciones de futuro, es necesario afrontar los problemas de la actualidad. El sector agrícola ha tenido una avanzada tecnológica que, en la producción de granos, permitió llegar a una cosecha como la de este año, con más de 140 millones de toneladas de producción merced a profundos cambios en el uso de tecnologías digitales pero también en las tecnologías blandas de gestión. La agricultura mendocina comenzó hace años, en un sector de la vitivinicultura, un proceso de cambio tecnológico con la introducción de nuevos sistemas de clonación para mejorar los cepajes y modificaciones de gestión de los viñedos a fin de obtener las uvas adecuadas para los vinos que se querían conseguir. Pero la realidad es que el sector agrícola, con la incorporación tecnológica, necesita menos puestos de trabajo directos aunque con mejores niveles de calificación. El resto de los sectores aún registra notable porcentaje de atraso competitivo.

El desafío está en la recalificación de esos puestos perdidos hacia los que generan nuevas demandas, como en el sector de los servicios, que nuestra provincia tiene su mejor ejemplo en el turismo y los servicios de transportes y cargas. Pero en ambos casos, se necesitan personas con mayor calificación que las disponibles, entre las cuales hablar otro idioma (inglés o portugués) será fundamental. Gobierno, empresas y sindicatos deben encarar de inmediato un programa conjunto para que los trabajadores que han quedado fuera del sistema recuperen condiciones. No basta con darle un subsidio, hay que prepararlos para que puedan trabajar y ganar un sueldo digno, que es mucho mejor que el subsidio sin contraprestación, que a la larga no ayuda al que lo recibe.

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