La economía sigue con freno de mano

Los indicadores de desempleo publicados por el Indec muestran las dificultades que tener la economía para salir del pozo y encarar un proceso de crecimiento virtuoso.

La economía sigue con freno de mano

Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Los últimos datos del Indec sobre el nivel de empleo le pusieron un marco de preocupación tanto a los analistas como a los mismos funcionarios. Aunque todo saben que no se pueden comparar trimestres sucesivos sino cada trimestre con el mismo período del año anterior. Esto es porque en cada período existen estacionalidades ya medida y estudiadas.

Dado que no hay medición del primer trimestre de 2016, por el reordenamiento del sistema estadístico nacional, se tuvo que comparar con el último de 2016 y, como era de esperar, el indicador marcó un crecimiento. De un registro de 7,6% saltó a otro de 9,2%. Dado que no hay una medida de comparación, se me ocurrió comparar las tasas de actividad, esto es, la cantidad de gente que trabaja o busca empleo y desde cuyo dato se toma los demás registros.

La tasa de actividad había marcado 46% en el segundo y tercer trimestre y 45,3% en el cuarto. En el primer trimestre de 2017 la tasa de actividad subió levemente a 45,5%. Dado que la variación no es significativa, se puede deducir que el desempleo no aumentó porque había más personas buscando trabajo sino porque hubo una pérdida neta de puestos laborales.

En el caso del Gran Mendoza el dato es más preocupante. La tasa de actividad había marcado 43,9% en el segundo trimestre de 2016, 46,1% en el tercero, 45,4% en el cuarto y dejó un 42,6% en el primero de 2017. Y este dato es preocupante ya que, con menos gente buscando trabajo hubo mayor nivel de desempleo. Los datos fueron de 4,4% en el segundo trimestre de 2016, 4,3% en el tercero, 3,3% en el cuarto y de 4,7% en el primer trimestre de 2017.

Si se calcula la tasa de empleo, estamos en un guarismo de 40,6%, y esto marca 3,3% menos que en el período anterior. Si le sumamos los demás índices veremos que tenemos una fuerte presión de la oferta en el mercado laboral, pero con menos gente en búsqueda activa, lo que configura un panorama muy complejo.

La economía frenada

En realidad, la economía parece querer avanzar pero se ven obstáculos que actúan como un freno de mano. El principal de todos es el déficit fiscal, ya que de él derivan todo el resto de las variables que no permiten crecer a la economía. La primera es la inflación, que para dominarla el Banco Central se ve obligado a mantener tasas de interés muy elevadas. Estas tasas atraen capitales internos y también externos que no se vuelcan a la economía real, la cual sigue sin reacción por falta de inversión y un elevado costo del crédito al sector privado.

Al no haber inversión, la economía se mueve en un terreno de baja productividad y no permite una dinámica que permita generar nuevos puestos de trabajo. Se calcula que este año la economía puede crecer un 2,5%. Esta tasa no augura un porvenir venturoso en materia de creación de empleos, aunque hubiera una mejor reacción en el sector del consumo interno al ponerse en marcha en el segundo semestre los convenios colectivos de trabajo.

Dada la lógica consumista instalada en los últimos años, las personas creen que el consumo es la suma del bienestar, no se permiten pensar en el ahorro aunque el gobierno aliente una variable especulativa con alto costo.

El problema que tiene el gobierno es que eligió un camino gradualista para bajar el déficit, y ese gradualismo es tan lento que no se aprecian en el corto plazo los beneficios sin que, además, ha ingresado en un peligroso camino de endeudamiento, interno y externo, para financiar esos desequilibrios. Eso se puede hacer un tiempo pero en el largo plazo es peligroso y la historia argentina es rica en ejemplos para no imitar.

Por ese gradualismo el gobierno mantiene un ritmo muy suave de eliminación de subsidios a las tarifas de servicios públicos y el problema es que si lo hace más rápido los aumentos resultantes se trasladan a la tasa de inflación y se retroalimenta el problema de los precios y su impacto sobre el poder adquisitivo del salario y del tipo de cambio real.

Pero hay otra consecuencia grave. El Estado ejerce una presión impositiva récord que presiona a toda la economía que, además, padecer un tipo de cambio atrasado. Nadie se anima a pedir una devaluación, pero le piden al gobierno que baje impuestos y elimine el déficit. De esa trampa no es fácil salir.

El tipo de cambio atrasado

Después de la liberación del cepo cambiario, la Argentina parece tener un mercado de cambio libre, aunque no lo es tanto, ya que el gobierno impacta sobre el mismo por varias vías. La primera es a través de tomar deuda externa en dólares, que ingresan al mercado y aumentan la oferta disponible generando presión a la baja de la cotización del dólar.

La otra vía de impacto es con la oferta de tasas de interés en pesos y un tipo de cambio casi fijo. Esto estimula la entrada de capitales golondrina que ingresan dólares para aprovechar la tasa de interés y obtener una ganancia en dólares muy superior a la que se consigue en los mercados internacionales. Por el mismo efecto, muchos que ahorraban internamente en dólares transformaron sus tenencias en pesos para prestarle al Banco Central.

El dólar quieto permite evitar traslados a precios y realimentar las tasas inflacionarias pero impacta en forma negativa en el nivel de actividad de las economías regionales, que están más afectadas por la presión impositiva y los costos de logística. Esto complica su competitividad internacional y retrasa aún más el desarrollo de las distintas regiones.

Pero este retraso también impacta en el comercio y el turismo. En el primero de los casos, muchas personas se ven tentadas a viajar a países limítrofes para hacer compras aprovechando las diferencias de precios. Las mismas están generadas por el atraso cambiario pero también por las tasas impositivas mucho más bajas que rigen en esos países. Esto significa que, aunque el tipo de cambio mejorara, las diferencias seguirían siendo sustanciales.

Hoy la economía parece no arrancar y si lo hace, es a un ritmo muy lento y, como todo vehículo que se mueve con el freno de mano puesto, no solo hace ruido sino que se siente olor a quemado en su avance. El desempleo es solo un síntoma que se venía registrando hace mucho y que solo se amortiguó creando empleo público. Esa solución hoy es parte del problema.

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