La economía informal emplea a más del 61 por ciento de la población activa en el mundo, es decir a 2.000 millones de personas, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) .
Gran parte de estos trabajadores - el 93 % - trabaja en la economía informal en países emergentes y en desarrollo, y la mayoría carece de protección social, de derechos en el trabajo y de condiciones de trabajo decentes, señaló la OIT.
La organización pone de manifiesto que la transición hacia la economía formal "es una condición para hacer realidad el trabajo decente para todos".
Si se excluye la agricultura, la mitad de la población activa tiene un empleo informal, según el informe.
Por regiones, en África, el 85,8 % de los empleos son informales.
La proporción es del 68,2 % en Asia y el Pacífico; del 68,6 % en los estados árabes; el 40 % en las Américas y el 25,1 % en Europa y Asia Central.
Por género, el trabajo informal es una mayor fuente de empleo para los hombres (63 %) que para las mujeres (58,1 %).
De los 2.000 millones de trabajadores que ocupan un empleo informal en el mundo, poco más de 740 millones son mujeres.
Las mujeres están más expuestas al empleo informal en la mayoría de países de ingresos bajos e ingresos medios bajos y con mayor frecuencia se encuentran en las situaciones más precarias.
El nivel de educación es un factor determinante del nivel de informalidad, destaca la OIT.
A escala mundial cuanto más aumenta el nivel de educación más baja la informalidad, indica el informe.
Las personas que han completado la educación secundaria y superior tienen así menos probabilidades de ocupar un empleo informal que los trabajadores que no tienen ninguna instrucción o solo han finalizado la educación primaria.
Las personas que viven en las zonas rurales tienen casi el doble de probabilidades de estar empleadas en la economía informal que las que viven en las zonas urbanas, y la agricultura es el sector con el nivel más alto de empleo informal, estimado en más de un 90 %.
Dos de los autores del informe, Florence Bonnet y Vicky Leung, señalaron que, si bien no todos los trabajadores informales son pobres, la pobreza es tanto una causa como una consecuencia de la informalidad.
"Las personas pobres enfrentan tasas de empleo informal más altas, y las tasas de pobreza son más altas entre los trabajadores en la economía informal", explicó Leung.
Por su parte, Bonnet indicó que "existe la necesidad urgente de combatir la informalidad", pues para cientos de millones de trabajadores, la informalidad implica una falta de protección social, de derechos en el trabajo y de condiciones de trabajo decente, y para las empresas significa baja productividad y falta de acceso al crédito".
"La elevada incidencia de la informalidad es un gran desafío para la realización de trabajo decente para todos y el desarrollo inclusivo y sostenible", recalcó.