La economía en equilibrio inestable

La discusión por el impuesto a las Ganancias desnuda posiciones que sólo alientan la inseguridad y la desconfianza, lo que no permite reactivar la economía.

La economía en equilibrio inestable

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

La economía argentina muestra signos de confusión. Pujas sectoriales avivan el panorama con un solo destino: conseguir fondos y aumentar el déficit fiscal. El mismo gobierno toma iniciativas que lo llevan a sacrificar ingresos comprometiendo la endeble situación fiscal.

Esta semana, el gobierno consiguió un dictamen favorable para tratar el arreglo de la deuda con los holdouts, pero tuvo un revés al someter a la Comisión Bicameral el decreto que corregía el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias.

Estos datos muestran que las alianzas del gobierno son endebles y que el gobierno está en una circunstancia muy compleja, que hace que la economía se encuentre en un equilibrio inestable, donde el personaje más peligroso es Sergio Massa. El líder del Frente Renovador se siente fuerte por su posición y exige cosas a puro populismo.

Tanto Massa como los gobernadores justicialistas están jugando con Macri, pero lo más grave es que están jugando con la economía del país y con la estabilidad de miles de empleos y de muchas empresas.

Los riesgos latentes

La economía argentina padece de una enfermedad muy grave, y es la inflación. Este proceso, que fue generado por el kirchnerismo, tiene varios componentes que lo alimentan.

El primero son los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. Una parte se ha comenzado a corregir con las tarifas eléctricas. La segunda fase comenzará en abril con las tarifas de gas, pero falta atacar las del transporte público.

El problema es que el cepo cambiario sirvió para retrasar la tasa de inflación, pero le quitó competitividad a la economía en general. El gobierno debía restablecer la libre flotación del dólar, pero sabiendo que esa recomposición cambiaria traería aparejado un proceso de reacomodamiento de precios relativos.

Este reacomodamiento de precios junto a los ajustes tarifarios han provocado ajustes de precios, pero este proceso debía estar acompañado por una caída abrupta de la emisión monetaria, algo que hasta ahora no se ha producido. Si bien no se ha emitido para financiar al Tesoro, si se ha hecho para sufragar otras obligaciones, pagar proveedores, asistir a las provincias, aunque sacrificando la obra pública.

Toda la cantidad de dinero circulante presionó a la suba al valor del dólar, por lo que el Banco Central salió a aumentar las tasas para absorber excesos. Esas tasas hoy están en 38% anual, lo que hace que los créditos al sector privado y a los consumidores sean más caros y esto hace imposible la reactivación. Si no llega la reactivación, caerán empresas y caerán empleos. De hecho, se están verificando presentaciones de concursos preventivos a una tasa de aceleración peligrosa.

El gobierno pretende bajar la inflación pero no puede controlar el resto de las variables, ni las económicas ni las políticas. Las económicas están presionadas por la crisis de las provincias que no atinan a avanzar en procesos de ajustes y solo quieren fondos para poder pagar sueldos. No baja la inflación y la economía no se recupera y así nadie podrá aumentar la recaudación.

Las complicaciones políticas

El presidente Macri se había comprometido a modificar el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia, que tiene una maraña de distorsiones que van desde las escalas hasta una decisión que congelaba situaciones pero generaba desigualdades.

El problema del impuesto requiere una solución porque es injusta. La modificación del mínimo no imponible no soluciona el problema, solo aleja del impuesto a los que menos ganan, aunque sin las escalas muchos otros pasarán a pagar, pero estos son de mayores ingresos. El problema es que esta solución tiene un costo fiscal de 50.000 millones de pesos, de los cuales la mitad lo deben absorber las provincias, que recibirán menos coparticipación.

En cambio, si modifican las escalas, el costo fiscal puede subir hasta 100.000 millones. El problema es que si Sergio Massa consigue imponer por la fuerza su idea de un mínimo de 60.000 pesos, el costo fiscal crecería a 150.000 millones, de los cuales la mitad perjudicaría a las provincias. Massa hace propuestas populistas sin indicar la forma de financiarlas. Hace política con la plata de Macri.

Las complicaciones son mucho más graves de lo que se puede imaginar. Solo los gobernadores del PJ podrían parar las ambiciones desmedidas de Massa, que actúa con altos niveles de irresponsabilidad. Si logra imponer su idea, no solo se acelerará la inflación sino que perjudicará seriamente a las provincias y él intentará culpar a Macri por todo, pero el Presidente no debería someterse a este juego macabro.

La situación es de mucha complejidad ante una sociedad que está cansada de crisis mientras la clase política juega su juego usando a los ciudadanos como peones de su propio ajedrez. Si siguen jugando, las consecuencias pueden ser graves. La clase política debe reflexionar. Ellos son los responsables de la crisis actual y deben aportar soluciones y no más problemas.

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