La crisis sanitaria generada por la expansión del virus que ha puesto en jaque a todo el mundo tiene efectos secundarios, pero muy importantes, en la economía global. Decimos secundarios porque, el problema principal, es frenar el avance del virus y demorar su difusión para no saturar los sistemas de salud, a la luz de lo ocurrido en Italia.
Esta pandemia ha tenido consecuencias inéditas porque generó una crisis de oferta, ya que los países que producen han paralizado sus movimientos económicos para preservar a su población.
Pero también hay crisis de demanda porque las personas no pueden salir de sus hogares y no van al cine, ni a los restaurantes ni a comprar zapatos o ropa. Salvo las compras de comida o de medicamentos, el resto está paralizado.
Pero las compras de alimentos, más allá de las escenas de pánico que volcaron consumidores para acopiar, tendrán otras secuelas, porque uno de los sectores más afectados es el de los autónomos, monotributistas e, incluso, los trabajador informales. Aunwur mucho más grave ha sido el impacto sobre el sector de las líneas aéreas y del turismo.
Más allá de las ayudas que el Gobierno está arrimando a estos sectores, la economía no tiene muchas chances de recuperarse en la medida que la crisis sanitaria se prolongue y este es uno de los mayores interrogantes.
Además, los ingresos por exportaciones también se verán complicados porque todos los países están casi paralizados y, por ello, los niveles de transacciones han caído de modo muy importante.
De esta forma, la economía no tiene muchas salidas, en el corto plazo, y todo dependerá del avance del virus.
Hasta ahora, todos los especialistas coinciden que, frente a una enfermedad desconocida para la cual no hay vacunas ni tratamientos farmacológicos reconocidos, no existe la posibilidad de establecer pronósticos, más allá de las esperanzas que genera la disminución de casos de contagio.
Uno de los temas centrales es que, en tanto la población acate las medidas de seguridad establecidas (básicamente quedarse en casa y respetar la cuarentena), más rápido se podrá demorar y desacelerar la expansión de la infección y, con ello, bajar los costos de salud y hasta de vidas.
El escenario pone en riesgo a las finanzas de los países porque, al estar paralizadas las economías, caen abruptamente las recaudaciones de impuestos y esto, junto con la necesidad de volcar recursos al mercado para atender situaciones sociales, obliga a los gobiernos a aumentar los gastos e incurrir en déficit fiscal.
En el caso de Argentina queda claro que el Gobierno está dispuesto a poner los recursos que sean necesarios para financiar la ampliación de los sistemas de salud, ampliar hospitales, comprar respiradores y elementos de protección para el personal sanitario afectado a la atención de los enfermos.
Las consecuencias en la economía se evaluarán más adelante, pero es importante que el gobierno pueda postergar pagos de impuestos a empresas pymes y particulares mientras sería importante que desde la Nación se tome una decisión similar a la tomada por el gobernador Rodolfo Suárez, en el sentido de bajar salarios de funcionarios políticos y que la misma se extienda por un periodo razonable a legisladores, asesores e. incluso a jueces y funcionarios judiciales.
Para finalizar, hay un tema fundamental que recordar: La crisis económica dependerá del control de la crisis sanitaria y por esos la conducta colectiva es crucial.
Si todos cumplen, el tema sanitario se controlará más rápido y las consecuencias económicas serán más leves