La tarde-noche insiste con tragarse todo en su avance sin tregua. Arrasa el viento Zonda con fuerza y a uno le cuesta reconocer entre los ojos locales cargados de tristeza y los otros, llenos de tierra.
Hasta el grito de esos hombres de rojo que deliran en las entrañas de cemento de la tribuna local se pierden en el sonido amenazante que sopló durante toda la tarde sin tregua y nos recuerda a Luvina.
Cantan y destacan la guapeza de un grupo que superó obstáculos desde la mismísima etapa de pretemporada. Daniel Giménez, uno de los entrenadores de Huracán, sonríe ante la presencia de este cronista y le comenta: “Sufrimos por igual. Pasamos por todos los momentos: risa, enojo, impotencia...”
“Sin dudas que hoy (por ayer) no vimos el Huracán del torneo. Nos costó la cancha y el Zonda. ¡No se puede jugar con 45 grados!”, agregó el Tanque. Y prosiguió: “Costaba levantar las piernas. Dirán que ellos también jugaron y lo hicieron mejor, es cierto, pero están acostumbrados a entrenar a esa hora y en estas condiciones climáticas”.
“Lo sufrimos mucho, pero este equipo tiene mucho carácter, garra y la verdad que internamente sabía que íbamos a pasar”, cerró Giménez.
Más allá, Gonzalo Torres, el otro DT, explicaba como vivió el partido: “Es inhumano jugar con este clima, con estas temperaturas. Los muchachos hicieron un esfuerzo enorme y nos regalaron esta clasificación. Jugamos muy mal en el primer tiempo; quizás los peores del equipo en el torneo”.
Por otro lado, manifestó: “No tuvimos la pelota y ellos aprovecharon su momento para golpear. Sabíamos que era un rival realmente difícil, incluso pese a la diferencia conseguida en Las Heras. Tienen un excelente juego aéreo y así llegó el penal. Por suerte supimos reponernos a tiempo y ahora tenemos un lindo desafío en Salta contra Central Norte. Es una alegría enorme y merecida. Trabajaremos para tratar de regalarnos otra alegría y para que nuestra gente esté mucho más orgullosa de nosotros”.
Cristian Lucero, goleador del equipo, era víctima de las bromas del ‘Fideo’ Fernández cuando se encendieron los micrófonos: “Nos costó el primer tiempo. Se nos secaba la garganta. Por suerte en el segundo tiempo entendimos que había que pelearlo y ya no nos complicaron. Merecíamos esta clasificación”.
Fernando Pistone, la gran figura de la tarde, pidió analizar el pésimo primer tiempo, aunque no dejó de destacar los merecimientos del equipo para clasificar.
“Fue un mal primer tiempo, nos superaron y no tuvimos respuestas. Mejoramos en el segundo, cuando lo peleamos y merecíamos la clasificación. Hace mucho que venimos trabajando juntos y coronar un proceso así con un ascenso sería maravilloso”.
Y se fueron abrazados; recibiendo el afecto de esos más de ochenta simpatizantes que llegaron hasta la vecina provincia de San Juan, unidos en un sueño posible, ese que corean a cada rato: “‘queremo’ el ascenso”.
Temperatura agobiante: se vivió como en el Lejano Oeste
La tierra se quebraba en San Juan. El sol la partía en mil pedazos y el viento se iba llevando sus trozos quien sabe donde. No había tregua para un paisaje que, por solitario y desértico, era el mejor recuerdo del Lejano Oeste.
Se notaba. Sobraba sed y faltaba agua. Mendoza, San Juan y La Rioja sufrieron el azote del Zonda por lo que se sentía demasiado el calor en el termómetro de mercurio. Faltaba aire ante tantas bocanadas.
Éramos peces de ciudad. Sin agua. Y al sol. Lejos se veían algunas caravanas. Hombres, mujeres y niños llegaban al centro de la convocatoria. La realidad no dejaba de ser cruel: 43 grados declararon la guerra. Casi al horno. Y no justamente con papas.
Restaba saber que pasaría con el Globo de las grandes hazañas. De mi parte, aunque el clima me quitaba la poca lucidez disponible, percibir una final con los colores de Mendoza flameando, fue más importante que cualquier temperatura por más agobiante que sea.