Dudó desde el primer momento. Dudó en salir, dudó en marcar, dudó en contragolpear. Dudó tanto en hacerse dueño de la situación, que la duda se le terminó volviendo contra a Godoy Cruz.
Fue tanta la duda que hasta la falta no fue tal y curiosamente que el jugador que más tuvo en duda Quilmes a lo largo de esta semana, Federico Andrada, le terminó sumando la cuarta derrota consecutiva a Godoy Cruz en condición de visitante.
Aquello que “la mejor distancia es la mejor”, al menos lejos del arco que defendió Rodrigo Rey, es algo que el Tomba comenzó a entender luego del gol cervecero.
“¡Vayan a preguntarle a Trucco por qué perdimos!”, fue lo único que dijo Méndez al salir del vestuario y se subió rápidamente al colectivo tombino. La falta no existió al borde del aérea más allá de que el juez estaba muy cerca, sancionó algo inexistente que aprovechó muy bien el 10 local.
Le pegó cruzado y fuerte, al palo de un Rodrigo Rey que nada pudo hacer. La incertidumbre en el medio campo, el solitario juego de Silva y el poco peso de Ayoví en tres cuartos de cancha hicieron que el Tomba no fuese un equipo solvente ni creativo.
Cuando buscó salir jugando del fondo fue mucho más que La Espumita, pero sin claridad para distribuir el juego. Nunca tuvo la continuidad suficiente en la entrega final de cada jugada. Es decir, que anduvo tanteando los espacios a ciegas.
Aquello de que ‘equipo que gana no se toca’, es tan relativo como las necesidades lógicas que padece este Godoy Cruz fuera del Malvinas, donde pierde hace cuatro fechas. Seguramente los árbitros incidieron, pero en esta ocasión fue el propio Tomba quien hizo menos de sí mismo.