La Disforia: el cuerpo que no se siente propio

La disforia de género es un tema tan delicado como importante para quien lo vive. Nos invita al desafío de la información, sin juzgamiento.

La Disforia:  el cuerpo que no se siente propio
La Disforia: el cuerpo que no se siente propio

El artículo periodístico sorprende por lo prematuro de la realidad, pero invita a conocer y comprender de cerca la compleja vivencia de una pequeña niña con diagnóstico de disforia de género. Su nombre es Mila, y su caso (como muchos) plantea enfrentar miedos, informarse y apostar a una inclusión real como sociedad.

La empatía, el gran desafío. “Una nena australiana que siempre se sintió y manejó como varón, comienza la transición para pasar de un cuerpo de mujer a uno de hombre”, describe la nota. Proceso que se ve en un emotivo video que realizó su familia, con el fin de que todo el mundo entendiese el porqué de su cambio.

¿De qué se trata la disforia de género? ¿Cómo se siente la persona ante esta realidad? ¿Cuán informada está la sociedad y qué desafíos quedan pendientes? La palabra del licenciado Germán Gregorio Morassutti, psicólogo y sexólogo, y parte de su equipo.

"Este cuerpo no es mío"
Sentimientos encontrados, la búsqueda de costumbres, vivencias, gustos y formas de vivir diferentes a las de una niña o niño, que sienten que la genitalidad de su cuerpo no tiene que ver con su sentir. Parte de la disforia de género tiene que ver con estos sentimientos, que necesitan ser escuchados.

Como define el psicólogo y sexólogo Germán Gregorio Morassutti, “disforia de género es un término que se usa en el ámbito de la salud como criterio diagnóstico, y hace referencia a la incongruencia que se siente entre el género asignado al nacer (asignación de género) y el género autopercibido (identidad de género)”.

-¿Es lo mismo hablar de "disforia de género" que de "identidad de género"?

-Están relacionados pero no es lo mismo. Cuando hablamos de “identidad de género”  lo hacemos desde una identidad autopercibida: “yo me siento y pienso como mujer o varón, independientemente de mi biología”.

Esto es diferente a “orientación sexual”. Es decir, “me enamoro y me atraen personas de sexo opuesto y del mismo sexo”; y diferente también del “rol de género”, cuando “me comporto de forma femenina o masculina”. La disforia es un sentimiento de incongruencia entre el género asignado y el que yo percibo; sería el sentimiento que está presente cuando la identidad no coincide con la asignación.

-¿Existe un determinante genético para esta condición?

-Hay múltiples teorías. Algunas hablan de genética, otras de procesos hormonales en el desarrollo del feto, y algunas están relacionadas con lo psicosocial. Pero sólo son teorías para dar una explicación. El objetivo de trabajo de un psicólogo, sexólogo es apuntar a la salud general en el plano físico y mental, logrando reducir el malestar emocional que esto le pueda causar a un sujeto en particular.

-¿A qué edad puede llegar a experimentar la niña, o niño, el hecho de sentir que está en el cuerpo equivocado?

-La identidad de género se comienza a percibir desde muy pequeños. Podemos hablar de los 3 años como una edad clave. En los casos que hasta el momento he visto, todas las personas hablan de percibirlo a partir de esa etapa.  ¿Cómo podemos comenzarlo a notar los adultos?: en expresiones de “rol de género”.

A esa edad vemos nenas vestidas de princesas y varones de superhéroes, aunque esto no es determinante, ya que los niños en esa etapa juegan roles. Sí lo notamos cuando esta conducta es fija y el niño no tolera otro rol más que el que está eligiendo. A esta edad los escuchamos cómo se definen: “yo soy nene” o “soy nena” esto es la “identidad”.

-¿De qué manera pueden los papás entender y acompañar este descubrir nuevo?

-Conteniendo, acompañando, e informándose. Es una situación que angustia, pero no ganamos nada con pasar ese estado al niño. Es importante buscar ayuda con un profesional formado en la temática, no sólo para el niño, sino para abordar el tema como familia.

Depende de nosotros, los adultos, que ese niño no sienta desamparo familiar, social ni psicológico. Aquellos pacientes que han tenido contención y apoyo familiar han logrado una mejor inserción social y laboral y una mejor calidad de vida.

-En caso de la Ley de Identidad de Género, ¿desde qué edad puede llegar a realizarse una intervención?

-La  ley contempla que tanto para el cambio de DNI, como para los tratamientos de hominización y cirugías, el sujeto debe tener 18 años. Existen excepciones como el “caso Lulú” en Buenos Aires, en donde se autorizó a través de un juez el cambio de DNI como una forma de reducción de daño.

En sintonía con esto es muy importante trabajar con la familia y que estas temáticas se elaboren y desarrollen en hospitales pediátricos, donde estamos tratando de formar profesionales para proveer la contención e información adecuadas.

-¿En estos casos de disforia, suele pedirse la operación de reasignación sexual?

-En la provincia son muy pocos los casos que solicitan la operación de reasignación  genital; procuramos brindar la información adecuada y generar el contacto con el  doctor Fidalgo, prestigioso urólogo especialista en estas operaciones. No es fácil tomar esta decisión, ya que es una operación compleja con una fortaleza diferente. Son escasas las complicaciones, debido a lo depurada que está la técnica por este profesional.

-¿Qué lectura hace el paciente respecto a la identidad de género, luego de una intervención de este tipo?

-Esta operación no les da la identidad, la identidad es algo que sienten desde siempre y es propio, independiente de las formas de su cuerpo. El paciente es consciente que por más operaciones que se realice no va ser totalmente una mujer o un hombre, pero esto sí lo va hacer más feliz.

-¿Cómo debería acompañar la familia y la sociedad?

-Desde el plano de salud primero debemos formar a profesionales para poder abordar la temática. Muchas veces el rechazo o bullying del que son víctimas estas personas es por falta de información, pero tenemos que saber que es un tema que nos incumbe a todos. Saber del tema y respetar al otro como persona.

Conocemos casos de inserción laboral de personas trans en distintos ámbitos, los cuales han sido experiencias muy enriquecedoras para la empresa, los demás empleados y para la persona en particular.

En este ámbito las organizaciones sociales hacen mucho, sobre todo en educación: hace unos años existe un Cens y una cooperativa de trabajo. Hay muchos profesionales mendocinos trabajando y formándose en la temática, destinando tiempos, para dar cumplimiento a la Ley de Identidad de Género.

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