La democracia herida por los que la quieren ver caer - Por Alfredo Leuco

La democracia herida por los que la quieren ver caer - Por Alfredo Leuco
La democracia herida por los que la quieren ver caer - Por Alfredo Leuco

Ganaron los violentos. El ejército de fanáticos, corruptos y golpistas liderado por Cristina, logró su objetivo de herir a la democracia. Con un tsunami de cascotes lapidaron las instituciones.

La intifada de lúmpenes, trotskistas y kirchneristas tuvo éxito. Metieron miedo, generaron pánico. Estuvieron a punto de tomar por asalto el Congreso de la Nación, ese pilar de la democracia republicana en donde deliberan los representantes del pueblo.

Pocas veces se vio un ataque tan organizado, con tanta logística. No hubo un muerto de milagro, porque Dios es argentino. Pero buscaron todo el tiempo un muerto.

Lo decían los discursos en el recinto. Y afuera, muchos delincuentes soñaban con un Kosteki y Santillán que acelerara el final del gobierno que acaba de sacar 10 millones de votos.

La señal de que había carta libre para las molotov y los morteros criminales la dieron los chavistas K como Mariano Recalde y Daniel Catalano cuando presentaron el amparo para que una jueza ridícula que da vergüenza ajena atara de pies y manos a la policía.

Otro de los integrantes del estado mayor de Cristina, Agustín Rossi denunció que estaban requisando los micros de los militantes que venían del Conurbano. Lo dijo como si estuvieran violando sus derechos humanos.

El tema es que encontraron piedras, hondas fabricadas con metal para tirar bulones y tuercas como balazos y bombas molotov. Tal vez por eso Rossi no quería que los requisaran.

Toda esta planificación para desatar el caos y debilitar la democracia debería ser investigada profundamente por la justicia. La doctora Elisa Carrió ya hizo las denuncias correspondientes y hay mucho por investigar. Y hoy dijo que se frenó un golpe de Estado.

Porque también fue casi simultáneo el ingreso ilegal y agresivo de Mario Secco, el intendente ultra K de Berisso, a la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Nada fue casual ni espontáneo.

Fue un plan ejecutado con despliegue de grupos comandos y con la participación de los trotskistas y los movimientos sociales del Papa que han dejado el pacifismo de antaño para sumarse a la violencia.

El nivel de cobardía y odio que expresaron tiene pocos antecedentes. El objetivo es retrasar el calendario hasta el 2001 y convertir a Macri en Fernando de la Rúa. Fueron feroces las agresiones a policías y a periodistas de todos los palos.

La que mayor indignación produjo fue la que recibió nuestro compañero de TN, Julio Bazán, un profesional respetado por todos por su capacidad y su ética profesional.

El salvajismo de muchos que se dicen progresistas y que pregonan una sociedad más justa se expresó en el ataque a patadas por la espalda, en que eran 50 contra uno y en las cenizas hirviendo que le arrojaron y con las que le quemaron la cara. Semejantes basuras que ofenden la dignidad humana a todo eso le llaman lucha revolucionaria.

Pero eso no es todo. Hay muchas imágenes de la decadencia de representatividad y de la degradación de cierta izquierda minoritaria pero muy dañina. Sebastián Rodrigo Moreno fue precandidato a diputado por Frente de Izquierda y los Trabajadores.

Es el que con el mortero casero intenta cometer un asesinato con la camiseta roja puesta, con sus rastas al viento y con el apoyo de otros de sus compañeros que tiraban esferas de acero con las gomeras industriales. Y algunos caraduras dicen que eran infiltrados del gobierno para legitimar la protesta.

En el recinto, las chicanas estuvieron a la orden del día. Larroque, Moreau, Yasky pidieron cuestiones de privilegio para dilatar la votación y permitir que haya más heridos y más sangre por las calles.

Pobrecito José Luis Gioja, humillado por Cristina que le dijo que se suturara el orto, defendía la táctica de la ex presidenta con habilidad de un elefante en un bazar. Es un ex político que no se dio cuenta que debe retirarse a cuarteles de invierno.

Pero una joven diputada camporista llamada Emilia Soria levantó la apuesta. Calificó a los gobernadores que con responsabilidad institucional apoyaron la reforma previsional como “prostitutas de Macri”. Emilia tal vez no habló lo suficiente con su padre, Carlos “El gringo” Soria.

Los Kirchner lo odiaban y lo acusaron de perseguirlos cuando estuvo a cargo de la SIDE de Duhalde. Ella ahora defiende a los que atacaron a su padre aunque también conviene recordar que Soria fue asesinado una noche en la cama por su propia esposa y esto tal vez le hizo cambiar la perspectiva familiar de su hija.

Y finalmente se cayó la careta de la CGT. Un triunvirato muy poco representativo que con idas y vueltas demuestra su crisis y que quedó al borde de la fractura.

Varios de los dirigentes de gremios más importantes no adhirieron al paro. Repudiaron la violencia en forma tardía y no se dieron cuenta que los troskos kirchneristas son los que le coparon el acto y el escenario en su momento y los obligaron a huir hasta sus autos polarizados y sus guardaespaldas armados.

Nada tiene que ver todo lo que pasó y que seguirá pasando con los jubilados. Cristina no los benefició nunca y esta ley de Macri tampoco. Eso es para otro análisis. Lo realmente grave es que los violentos desafiaron la convivencia pacífica y las instituciones republicanas. Y ganaron.

Hirieron a la democracia y ahora es tiempo de cicatrizar esas heridas y extirpar a los que no creen en el sistema y se colocan afuera. Para la inmensa mayoría de los argentinos, los que quieren dinamitar todo, los corruptos y los golpistas no tienen lugar.

Tienen que estar presos porque se colocaron afuera del sistema y la Constitución. Son provocadores. Pero ganaron una batalla. Le produjeron una profunda herida a la democracia.

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