Están preocupados. Miran sus teléfonos consultando datos. Uno de ellos habla. La imagen difundida a través de Twitter busca mostrar a los tres intendentes del Valle de Uco ocupados en solucionar la crisis del coronavirus. Salvo, claro, un pequeño detalle: están cara a cara y no parecen respetar la distancia mínima recomendada para no contagiarse.
La sobreactuación tiene sus costos y ésta ocurre cuando a algunos no les alcanza el papel menor que tienen asignado. Está claro que el máximo protagonismo político se lo lleva el Presidente, que debe cuidar a través de políticas públicas que se contagie la menor cantidad posible de argentinos. Para eso, debe coordinar con los gobernadores.
Son las provincias, en definitiva, las que se encargan de la salud, la seguridad y la educación de sus habitantes. La Nación no tiene ni hospitales, ni escuelas. En seguridad, con Gendarmería y la Federal, no basta y requiere de las más numerosas policías provinciales.
En la ejecución de esas políticas cobra protagonismo el Gobernador, que a su vez puede establecer reglas propias, que perfeccionen las nacionales. Los intendentes son los encargados de colaborar con él. Al fin de cuentas, no tienen hospitales ni escuelas a cargo y su aporte pueden ser los controles viales a cargo de sus preventores, además del conocimiento del territorio.
Pero claro, en este terremoto mundial que mete miedo, parece que a algunos intendentes les dio miedo quedar opacados y salieron a mostrarse duros ante sus vecinos. Entonces, para “proteger” sus territorios qué mejor que dejar ingresar sólo a quienes tengan domicilio allí. Foráneos “go home”.
Sería grave si no fuera ridículo: en medio de una cuarentena obligatoria, lo usual sería que no hubiera mendocinos que viajaran de un departamento a otro. Es cierto, hay algunos que no lo han entendido y pueden intentar burlar la decisión.
Pero el problema no es que no sea un habitante de San Rafael o Malargüe o La Paz el que llega en auto o colectivo. El problema es que violó la decisión nacional de aislamiento.
Podrán argumentar que el Gran Mendoza es el área donde más riesgo hay de contagio. Pero esta pandemia barre las certezas, sino miren a Chaco, que está tercero en el triste ránking nacional de contagios.
¿Qué pasaría si Guaymallén bloqueara sus fronteras? ¿Sólo los guaymallinos podrían ir al Notti? ¿Qué harían entonces este puñado de imitadores de Trump con los niños que se enfermen de gravedad en sus departamentos?
Ser parte de una provincia es complementarse. Lo que unos no tienen lo aportan otros. El problema de aislarse es que de pronto uno puede darse cuenta que necesita más de los otros que ellos de uno.
Los sueños de grandeza y de independentismo hay que dejarlos para cuando no hagan daño. Así como está prohibido salir de casa, el próximo decreto de Alberto Fernández debería prohibir la demagogia a toda la dirigencia argentina.