El objetivo de la Argentina, según se desprende del lema de su presidencia rotativa del G20, es construir un consenso para un desarrollo equitativo y sostenible. En esta dirección, definió tres prioridades para el año, siempre con una perspectiva de género transversal: el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible.
En las reuniones de trabajo surgió la necesidad de llamar a profundizar la cooperación entre los países para bajar niveles de tensiones comerciales y desequilibrios financieros.
Muchos plantean la poca ejecutividad que tienen estas reuniones, lo que no podría ser de otro modo ya que, más allá de la voluntad política de los mandatarios, todos dependen de la política interna de sus respectivos países y de sus sistemas legales. No obstante, las discusiones sirven para poner en la mesa los grandes temas que luego deben desarrollarse en reuniones específicas.
Los temas propuestos son de vital importancia; algunos son una preocupación común de todo el mundo, como es el futuro del trabajo, y los otros dos tienen que ver con los países con menos nivel de desarrollo: la infraestructura de transporte y el futuro alimentario sostenible.
Estos temas también son de preocupación para Mendoza, o al menos para los que miran al mundo como mercado y la realidad local, tan alejada de las exigencias modernas.
Si bien los líderes se juntan para analizar temas conceptuales, lo más rico se da en las reuniones bilaterales. De hecho, el presidente Macri tiene agendadas varias de ellas, que pueden servir para ayudar a destrabar en el futuro situaciones que complican el comercio.
Para Mendoza, como parte de la Argentina, los resultados de esos diálogos serán muy importantes.
Es notable como estos hombres y mujeres que gobiernan los países más grandes del mundo difieren en muchos temas de política internacional pero, más allá de algunas escaramuzas, son todos parte de un sistema de gobernanzas a nivel global para mantener el equilibrio. Por eso, los grupos violentos, y algunos extremistas, los siguen por todo el mundo y se denominan anti-sistema. El problema es que no se sabe qué sistema quieren, porque una convivencia equilibrada requiere de un sistema que garantice el equilibrio.
Respecto de los temas en cuestión, el futuro del trabajo en una preocupación a la luz del avance tecnológico que va robotizando muchas tareas y dejando de lado trabajadores.
El gran debate es muy rico porque ninguno ha podido encontrar una fórmula para darles contención y la posibilidad de reinserción a quienes caen en la desgracia del desempleo.
Respecto del intercambio comercial y la cooperación, el tema es muy candente. Esta semana, un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de la cual todos forman parte, les advirtió que en el último año muchos de ellos han incorporado más de 40 prácticas restrictivas del comercio. El renacimiento del proteccionismo ante la globalización es la respuesta de los que no tiene respuesta. La seguridad alimentaria debería ser una preocupación solidaria, sobre todo con aquellas comunidades que tiene severas restricciones para acceder a alimentos. Pero además, debe bregarse para que su producción se haga en condiciones de sostenibilidad, cuidando el ambiente sin lesionar al planeta.
Argentina debe aprovechar para tener un lugar donde ser mirado. Somos un país pequeño y pobre que solo crecerá con el aumento del intercambio. La protección nos hizo retroceder, ser mucho más pobres y con mayor carga de desigualdades. Solo hace falta hacerlo con inteligencia en la integración y con políticas internas serias que le den previsibilidad a las inversiones.
