De un país que al inicio de la etapa Duhalde-Kirchner era exportador neto de energía pasamos a tener un saldo negativo en el balance energético, con costos de importación de miles de millones de dólares anuales.
Los consumidores deben soportar los cortes recurrentes de energía y las industrias los cortes de suministro de gas, apenas comenzados los primeros fríos. En varias ciudades del país había edificios de departamentos terminados sin poder habilitar por falta de provisión de gas.
Similar situación ocurría con las empresas que no podían instalarse o ampliar su capacidad por falta de energía eléctrica o provisión de gas natural.
También son conocidas la cadena de corrupción, con cifras incalculables, en torno a las cuantiosas importaciones de gas licuado de petróleo (GLP), el pago de los barcos metaneros, los barcos y plantas regasificadoras.
La causa de la catástrofe fue la violación de los contratos que sostenían la institucionalidad energética, el absurdo congelamiento de las tarifas. La consecuencia fue el desaliento de la producción y las inversiones necesarias. Con inflación creciente y tarifas congeladas se estimuló un exceso de consumo de energía y gas. El festival fue financiado con cuantiosos subsidios del Estado a la generación y distribución de energía y a la compra y distribución de gas. Subsidios que alcanzaron una proporción alarmante de un gasto público, desbocado. La fiesta populista no generaba electricidad, ni gas, pero sí votos. Pero al final hasta eso terminó.
El nuevo gobierno debió tomar en sus manos esa bomba de tiempo. Comenzando por arreglar el enorme desquicio de las tarifas, hubo muchos titubeos, dudas y contradicciones. El tema aún no está del todo ordenado, pero hay aspectos en los cuales el gobierno ha realizados avances ponderables, tales como la eliminación de intermediarios y reducción de costos de la importación de GLP.
En los últimos meses se han realizado licitaciones con resultados auspiciosos, dentro de un programa para aumentar la generación eléctrica, el transporte y la distribución. Primero se realizó una licitación denominada de “energía de emergencia”, de rápida instalación de generadores convencionales, un paliativo para graves situación de los cortes. Luego se realizó una licitación para energías renovables, eólica, fotovoltaicas, biomasa y mini centrales hidráulicas, denominado plan Renovar energía. Se convocó para adjudicar un cupo de 1.000 Mw. y las ofertas fueron por más del doble, lo que llevó a segunda rueda de adjudicaciones que elevó el cupo a 2.000 Mw. Mendoza ha participado con un proyecto de parque eólico en el Sosneado.
Finalmente, en el marco de la Resolución 420/16 del Ministerio de Energía, se convocó a una licitación de manifestación de interés en generación eléctrica convencional y obras complementarias de transmisión, distribución, obras para regasificación de GLP. El resultado ha sido llamativo, se presentaron 89 grupos de empresas nacionales y extranjeras, con oferta de distintas variantes de generación que alcanza los 34.000 Mw. equivalentes al total de la capacidad instalada actual. El resultado, según los especialistas, obedece a la política llevada a cabo en materia de tarifas, previsibilidad de las reglas y seguridad jurídica para las inversiones.
Las propuestas son de carácter confidencial y por las características de la convocatoria, serán analizadas por la Secretaria de Energía y Cammesa, quienes determinarán las propuestas consideradas prioritarias. El paso siguiente será el llamado a licitación, “una convocatoria abierta, competitiva y transparente”. Se estima que ello ocurrirá en la primera mitad de este año.