Una cuadra en pleno centro que es un peligro en la noche

La reciente violación de una menor mostró los riesgos de caminar por la calle Patricias Mendocinas entre Rivadavia y Montevideo

Una cuadra en pleno centro que es un peligro en la noche

La calle está oscura, la vereda desierta y apenas pasa algún peatón. Las farolas tienen el tímido color naranja que ilumina unos metros a su redonda y nada más. La mayoría de los comercios están cerrados y sólo pasan algunos colectivos.

Estamos en calle Patricias Mendocinas a metros de Rivadavia, el lugar donde el martes pasado una menor fue violada por un hombre armado, pasadas las 23. El hombre, ya detenido, según dijo la joven, la interceptó mientras ella se dirigía a casa de su madre, quien vive en las cercanías.

La gravedad de lo ocurrido puso en alerta a vecinos y comerciantes. Estos, principales "habitantes" de la cuadra,aseguran que pasadas las 21 cierran sus puertas por temor a la inseguridad. Además, advierten que es poca la policía que se ve en la zona. 

“Por vender una cerveza más no te vas a arriesgar a tener abierto hasta tarde, no vale la pena. Porque una vez que la gente del colegio (Normal) se va, acá no queda nadie”, dijo un empleado del quiosco, instalado hace tres meses, que está frente al lugar donde ocurrió la violación. Un sitio que ahora tendrá más vigilancia, según prometieron desde el Ministerio de Seguridad.

"Acá violaron"

En los 100 metros de la calle Patricias Mendocinas, entre Rivadavia y Montevideo, en su vereda Este, hay varios comercios: una playa de estacionamiento con gran capacidad, un local de viandas para almorzar, una empresa de correos internacionales y giros de dinero; una aseguradora y una librería, entre otros.

En tanto, en el lado Oeste funciona a mitad de cuadra el Jardín de Infantes de la escuela Normal. Éste es el único edificio "vivo" de la cuadra porque también se encuentra el histórico y abandonado edificio de la Policía -en 1863 abrió sus puertas para convertirse en la Jefatura Policial hasta principios de la década del '90- , donde antes se podía obtener, por ejemplo, el certificado de buena conducta.

Allí, las ventanas de vidrio, las que aguantaron el paso de los años, han sido atacadas a piedrazos. Las paredes grises por los caños de escape de esta transitada arteria apenas se sostienen en pie y además son el soporte de carteles metálicos publicitarios. Hay farolas de luz naranja cada 10 metros, aproximadamente, y nada más.

En el lugar donde sucedió la violación de la menor aparecieron el día después carteles denunciando lo sucedido. “Acá violaron”, dice un papel pegado entre las rejas del hueco que hace las veces de puerta auxiliar de la secundaria y que, según la celadora del jardín, es usado como orinal en la noche ya que “todas las mañanas tenemos que limpiar el desastre que dejan acá”.

También hay restos de basura porque desde las ventanas del terciario que funciona por calle Rivadavia, hasta las 23.30, caen papeles y otros objetos que han llegado a lastimar a la celadora y su colaboradora.

A la vuelta, sobre la vereda de calle Rivadavia, se encuentran los restos de mantas y cartones que indican que por las noches hay gente que busca allí un refugio para ganarle al frío de la intemperie. Según testimonios, es gente que llega cuando el sol se esconde, ante los ojos de quienes salen de comer una hamburguesa del amplio local ubicado en diagonal a este sector, en la esquina de Rivadavia.

"No se ve nada"

Los comerciantes de la zona están preocupados. Ante Los Andes muchos prefieren no dar su nombre, por miedo a ser identificados y porque consideran que el anonimato les da mayores garantías. Una joven que promedia los 25 años, que trabaja en una librería de calle Patricias Mendocinas, dijo que desde que ocurrió "lo del martes" su novio la va a buscar todas las noches, cuando debe cerrar su comercio.

“Yo cierro a las 21, pero estoy pensando en cerrar antes porque todos los demás locales cierran 20.30 y yo me quedo sola. Además se ve todo para adentro y no me siento cómoda. Aunque no he visto ninguna situación de violencia, es habitual ver chicos tomando o fumando marihuana”, comentó.

Un tarjetero del estacionamiento medido sobre calle Patricias Mendocinas aseguró que lo peor sucede durante los fines de semana, aunque es también el momento en que se ve más movimiento. “Lo que pasa es que los lunes o martes en esta calle no hay nadie. A la noche no se ve nada y menos en el hueco ése”, dijo señalando el lugar del salvaje ataque a la menor, antes de salir corriendo a buscar a un conductor que se marchaba sin pagar.

En tanto, Carlos -que trabaja en el edificio que hace las veces de estacionamiento vehicular- dijo que él sale a las 23, pero que a las 21 ya cierra los portones. “El tema es en invierno. En verano no tanto porque los bares de la cuadra sacan las mesas afuera y la gente se queda. Pero en invierno, a la noche, cuando yo salgo, ves para todos lados y no hay nadie. No hay parada del micro, los chicos ya salieron de la escuela... Deberían explotarlo comercialmente para que vuelva a tener vida”, aconsejó.

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