El estallido social en Chile está comenzando a afectar seriamente la economía y el mercado laboral del país sudamericano, después de más de un mes de protestas antigubernamentales, que han dejado al menos 23 muertos.
"Mi contrato vencía el 30 de octubre y no me renovaron. Los empresarios se justificaron diciendo que las ganancias bajaron y que los proveedores no pagan. Al final, lo dejan a uno sin trabajo. Ni siquiera hay posibilidad de renegociar", declara Carlos Muñoz, mientras mira la aplicación de Uber.
Es su primer día de trabajo con la compañía de transporte, y todavía no se familiariza con el programa, recién instalado en su teléfono. El auto ni siquiera es suyo. Se lo dejó un amigo que se apiadó de su situación. Muñoz trabajaba en las oficinas de una empresa de transportes que daba servicio al aeropuerto de Santiago de Chile.
Pero el sector turístico es uno de los más afectados por la crisis social, y la ola arrastró al ahora conductor de Uber, que perdió su trabajo. La industria del Turismo proyecta unos 37 mil ceses y 938 millones de dólares en pérdidas, después de que el 50 por ciento de los alojamientos hayan sido cancelados.
“Esto no sólo me está pasando a mí. Le está pasando a mucha gente. Sobre todo, a las pymes, que han tenido que cerrar por las manifestaciones”, señala Muñoz.
En efecto, expertos del sector de las pequeñas y medianas empresas calculan que podría haber unos 100 mil negocios en riesgo de cierre. Al menos 6.800 pymes han reportado robos, saqueos o incendios.
Sectores como el comercio, el ocio o los servicios han sufrido un duro golpe. El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, calcula que la crisis podría generar hasta 300 mil desempleados adicionales.
"Para mí está difícil", dice Muñoz. "Me encantaría decir que voy a encontrar trabajo esta semana. Pero, como están las cosas, en vez de contratar, están despidiendo", lamenta.
La cifra de desempleo se situó en el 7 por ciento en el tercer trimestre, pero el Ministerio de Hacienda teme que pueda ubicarse en el 10 por ciento. El último año en el que la desocupación promedió esa cifra fue en 2004. En algunos momentos de 2009, durante la crisis económica global, también se puso en dos dígitos.
"Toda situación que produzca incertidumbre, genera que los agentes económicos se vuelvan más cautos lo que, por una parte, frena la contratación de trabajadores, pero también puede provocar despidos", comenta Hugo Caneo, docente diplomado en Administración de Riesgos de Negocios, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.
El Gobierno de Sebastián Piñera, cuyo índice de popularidad se encuentra por debajo del 15 por ciento, ha propuesto cambios económicos y la redacción de una nueva Constitución, pero las protestas continúan en las calles.
Cambio de modelo
Quienes se manifiestan piden su renuncia y cambios profundos en el modelo económico del país. "Chile necesita que se restablezca el orden público, para facilitar el diálogo social", afirma Caneo.
"Si no se vuelve a una situación de orden público, dada la destrucción de muchos supermercados y locales comerciales, así como el funcionamiento a media máquina de muchos otros, se produciría un efecto de disminución de ingresos", destaca el docente de la Universidad de Chile.
Chile incluso podría entrar en recesión técnica. El Banco Central redujo su expectativa de crecimiento del PBI de 2,5 por ciento a 1,9 por ciento.
Devaluación
Otro problema adicional es la devaluación del peso chileno. El pasado 14 de noviembre, por primera vez en la historia, el dólar norteamericano se pagó más de 800 pesos, un alza del 12 por ciento desde que iniciaron las protestas.
Quienes están perdiendo su trabajo lamentan, además, no poder pagar sus deudas. Los hogares del país andino son los más endeudados de la región.