De lunes a sábado, Marcelo Videla y su mujer se levantan a las 3:30. El hombre no armará su puesto en la rotonda del Corredor del Oeste sino hasta las 7:30; pero esas 4 horas las aprovechan para hacer tortitas, pan, facturas y bizcochitos caseros, además de preparar termos de café y de leche. A las 7:30 y del lado lujanino de la rotonda, Marcelo estaciona su camioneta y con su compañera de trabajo Lorena Giménez, instalan el mesón. Antes de las 8, ya se han detenido en el lugar al menos 3 personas a tomar su desayuno "al paso". Y hasta las 11:30 -hora en que están de lunes a viernes- o hasta las 13 -horario de sábado- con suerte tienen algunos minutos entre pedido y pedido para relajarse.
Marcelo lleva 6 años trabajando en el lugar, y complementa sus mañanas de café y desayuno con su otro trabajo: preparar perniles.
Unos kilómetros más adelante, del lado de Panamericana -y simplemente con una mesita al lado de su auto y los termos y tortitas en el baúl- está Carolina (40). Lleva 4 meses y fue la complicada situación económica la que la llevó a trabajar como cafetera.
Algo similar ocurre en Godoy Cruz, en carril Rodríguez Peña e inmediaciones; donde en los últimos meses se han instalado puestitos para tomar un "café al paso" con el objetivo de hacerle frente a la crisis económica, tener un ingreso más y ofrecer una opción a quienes salen apurados sin tiempo para desayunar.
Desde siempre
Cuando comenzaron a vender café en la rotonda del Corredor, Marcelo tenía un auto modelo ‘79 y lo indispensable para instalarse en el lugar. “Me quedaba hasta las 14 y sacaba el auto cuando ya no venía nadie. Tenía que empujarlo y después llegaba en punto muerto hasta Godoy Cruz”, rememoró el hombre.
Según destacó, en los últimos 3 años creció considerablemente no sólo la cantidad de clientes (muchos vecinos del lugar o trabajadores de las obras de la zona -la proporción es 80% de clientela fija y 20% ocasionales-); sino también la oferta de cafeteros.
"Tenemos que estar siempre acá, aunque hagan 8 grados bajo cero. Hay gente que viene a hacer trámites, y paran a tomar un café acá", contó el hombre. Entre la clientela fija están el músico Felipe Staiti y el periodista Ricardo Mur.
"Hay un matrimonio que trabaja por la zona -cada uno en un lugar distinto- y se juntan a desayunar acá. También hay familias que vienen con sus hijos", siguen los trabajadores. Después de las 9:30 o 10, el ritmo disminuye. En un buen día, para esa altura ya no quedan tortitas o facturas. Y es el momento del pan casero y los sanguchitos de mortadela, jamón cocido o queso.
“Esto ayuda frente la situación actual, es un ingreso más. Pero la crisis se siente. A veces viene gente que compra una tortita, o preguntan para comprar un saquito de té. La gente gasta lo justo. Incluso, cuando son personas que vienen seguido, hemos llegado a darles el café y dejamos que paguen otro día”.
Ingreso extra
Carolina se encarga de su puesto ubicado sobre Panamericana en soledad. Todos los días llega en su auto y se instala a la altura de La Guitarra.
"La mayoría de los que paran a tomar algo son personas que van a trabajar o a llevar a sus hijos a la escuela. Cuando hay obras de construcción, vienen los muchachos que trabajan y desayunan algo. Es cuando hay mucho trabajo, pero no es algo de siempre y dura unos meses. Cuando terminan las obras, se van y son días complicados y de pocas ventas", resumió la mujer. "El café con tortita cuesta $30, pero no siempre la gente tiene dinero para destinar a un café".
La vendedora tiene experiencia en la actividad comercial y actualmente tramita los papeles para ser monotributista e ingresar al sistema formal. Pero, mientras tanto, hay que “parar la olla”.
Sobre Alsina y debajo del puente del Acceso Sur, Victoria Medrano (25) vende café hace 2 meses. Por la tarde cursa la Tecnicatura superior en Enología e industria alimenticia.
“Cada vez está más complicado, y vender café es algo que siempre te deja algo de ganancia. Aquí los clientes son siempre los mismos: gente que trabaja o viene al Mercado Cooperativo de Godoy Cruz y padres que llevan a los chicos a la escuela”.
Quien prepara el café y las tortitas -y le da la posibilidad de ganarse unos pesos extra- es el padre de una amiga. Se levanta todos los días a las 4:30 para preparar todo.
“Últimamente está difícil conseguir trabajo, no hay. Esto te permite solventar algunos gastos”, insistió la joven.
Sobre el carril Rodríguez Peña y a la altura de un hipermercado; hace 2 meses Martín se instala de lunes a viernes, de 7 a 11:30. "Soy jubilado y otro muchacho que vende café me trajo a trabajar acá. Como un rebusque está bien, pero no alcanza para vivir de esto", resumió.